Capitulo 5: Un corazón se atormenta

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Sólo se escucha el sonido de mis dedos en el teclado y mi respiración irregular a veces enojada y otras resignada. Cinco citas en la mañana me han agotado por completo además de evitar cruzarme con Aarón todo el día. No sé si al verlo lo corra o lo golpee y luego lo corra con más ganas. No falta la visita inesperada de Hillary con esa sonrisa que comienza a disgustarme y no logro comprender porque. Se sienta frente a mí y cierra la laptop para que le preste atención.

— Amiga..., ¡Esta vez si quiero casarme!

— ¿y eso?

— Evans, Aarón Evans me encanta y te juro que no voy a descansar hasta ser la señora Evans.

Arqueo una ceja

— Ese tipo es casado Hillary. Lleva una argolla de matrimonio ¿Acaso no respetas?

Jugando con el lapicero responde divertida

— Es viudo Lara, ese bombón es viudo. No sabes..., besa increíble y es...

— ¡Basta!— Vocifero— ¿Que buscas diciéndome lo mucho que te gusta el fulano ese? Es tu vida

Ella me mira con una competencia que jamás había visto en sus ojos. Cruza las piernas y seguido los brazos y sin mucho que maquillar responde

— Lara, hablemos claro..., sin caretas. Aarón Evans, es mío. Podrás ser aquí la jefa, la dueña pero con el no intentes meterte porque se me va a olvidar que somos amigas.

— ¿Que? ¿Estas drogada? A mi ese imbécil no me interesa en lo más mínimo. Puedes casarte con él mañana mismo si quieres. No me interesa.

Chasquea la lengua burlona

— Bueno saberlo — ríe — En fin tampoco eres de su tipo, eres muy simplona para su gusto.

— ¿Ah sí? ¿Eso te dijo?

— Ajá. Bueno ya me voy, iré a ver algunos asuntos en recursos humanos y luego iré a ver a Aarón. Adiós Lara, lindo día

Cierra la puerta al salir y sin pensarlo lanzo al suelo pilas de papeles y maldigo llena de enojo. ¿Porque demonios me enojo? Lara, estás perdiendo la jodida razón. Me duele, me duele que el troglodita de Aarón Evans piense lo que piensa de mi. Tocan la puerta y seguido la abren y todo en mi se vuelve a descontrolar. Aarón está frente a mi y pide hablar conmigo.

— Lárguese de mi vista señor Evans, si aún sigue en la empresa es porque no tengo motivos legales para despedirlo.

— Será eso, ¿o que en el fondo no quiere despedirme? Quiero hablar con usted sobre la noche de ayer.

Trago saliva y finjo que no me importa

— ¿La cena? Sí, estuve allí pero usted nunca llegó. Debí suponerlo pero no me interesa al igual que usted no me interesa en lo más mínimo.

Se sienta frente a mi escritorio sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. Su mirada me estremece y a la misma vez me hace sentir hostigada. Con seriedad responde

— Aunque no le importe me veo en la necesidad de explicarle porque no llegué a la cena. Tengo una niña, una hija de cinco años que es lo único que tengo en la vida, ayer enfermó gravemente y tuve que ir con ella al hospital justo cuando salía de camino para el restaurante. No tuve cabeza para nada que no fuera ella en toda la noche y olvide por completo la cita que teníamos.

— Primero que nada — Aclaro la garganta — usted y yo no teníamos tal cosa como una "cita" era solo una cena de negocios. En segunda, es un mentiroso, un vil mentiroso. No estaba en ningún hospital, estaba de fiesta con mi amiga Hillary. Si, ella me contó lo bien que se la pasaron anoche. Es su vida y no me interesa lo que haga con ella, pero no trate de verme la cara de imbécil, fuera de mi oficina.

Me robaste la Razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora