Capitulo 20: Regreso a la realidad

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Aarón Evans

Probarla ha sido el inicio de mi perdición. Su cuerpo, su piel, su aroma..., Todo de ella me hace enamorarme más. Apenas se atreve a mirarme a la cara, intenta cubrirse lo más posible y no comprende que haciendo tal cosa solo hace que la desee más.

— Aun no me has dicho que deseas desayunar

La agarro por la cintura y acercandola a mi cuerpo la acorralo entre la pared y yo. Ese jodido aroma embriagante me enloquece, toda ella me hace perder la compostura. Veo sus labios y solo deseo besarlos sin parar. Nerviosa baja la mirada y dice

— ¿Que quieres?

— Te quiero a ti, quiero tu piel..., quiero tocarte

Niega con la cabeza rápidamente

— No volverá a pasar, no quiero Aaron — Derrama una lágrima la cual seca rápidamente — No quiero que finjas que te ha gustado solo por hacerme sentir bien. Yo se que fue un fracaso, fui un fracaso Aaron.

Esta mujer sí que logra hacerme enojar cuando se lo propone. Beso sus labios y haciendo que me mire a los ojos resoplo algo indignado

— No voy a permitir que vuelvas a denigrarte asi. No fuiste ningún fracaso, me ha encantado, mucho.
— Eres un mentiroso

— ¿Como te hago entender que me encantas? ¿Porque no puedes creerlo?

Encoge los hombros y algo vulnerable contesta bajoneada

— No soy apasionada, mucho menos abierta al sexo. Aarón, apenas podía moverme.

No dejo de preguntarme que ha hecho que todo mi ser se fije en ella. No logro conseguir una contestación cuerda y lógica. Solo sé que ahora que la he hecho mía me ha hechizado aún más. Intento tocarla y no me lo permite y esta vez creo saber cuál es la razón.

— No comprendo tu empeño en llevar ese anillo. No me molesta que lo conserves pero llevarlo puesto..., me hace sentir mal. 

La acorralo aún más y su respiración se vuelve acelerada y esas mejillas sonrojadas me enloquecen. El deseo no me perdona, ya me he endurecido y apenas ahora me doy cuenta. Aflojo el nudo de su albornoz y mascullo en su oído

— ¿Qué quieres que haga con el?

— Quitatelo

Sonrío

— Con una condición

— ¿Cual?

Me acerco a sus labios y besándola termino quitandole el albornoz. Su desnudez es perfecta, ella es perfecta aunque no logre reconocerlo. Observo sus senos, sus curvas, toda ella. Lara se queda inmóvil llena de pena y sonriendo respondo

— Solo una condición, no vas a sentir pena de tu cuerpo. Conmigo no, no lo voy a tolerar.

Asiente con la cabeza y veo en sus ojos el deseo por ser ella quien me toque pero esa inseguridad la detiene todo el tiempo. Su mirada desciende y se queda mirando mi erección. Desvía la mirada rápidamente ruborizada y yo no sé lo permito.

— Quiero que seas tú ahora quien haga lo que desea.

— No deseo nada

— Si deseas, no miraste otra cosa en mi más que mi erección. Déjate llevar nena, deja los miedos en un cajón y olvidalos.

Aprieta los labios y algo tartamuda réplica

— No sé qué quiero, no sé qué deseo.

Algo se me tiene que ocurrir. Algo para de alguna forma hacer que se abra y no sienta vergüenza de sí misma. Sobre la isla de la cocina está la bufanda que trajo consigo cuando llegamos y solo se me ocurre una idea loca pero qué tal vez pueda funcionar. Me cubro los ojos con la bufanda y ella pregunta desconcertada

Me robaste la Razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora