Capitulo 7: Un viaje

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Miro algunos papeles mientras intento no pensar en el viaje de esta tarde para la convención en España. Al terminar de leer los papeles resoplo enojada, sólo hay problemas y más jodidos problemas. Firmo la autorización para el despido de cuatro empleados que intentaron robar a la compañía, entre otras cosas. Tocan la puerta y entra la recepcionista con otra pila de papeles para firmar. Los ojeo y entre ellos hay un relevo donde tengo que firmar autorizando para que Hillary pueda asistir a la convención. No comprendo, ella no tiene el más mínimo interés por nada de la compañía, más bien está aquí por fingir que hace algo productivo.

— ¿Y este relevo?

— El señor Evans pidió que se lo hiciera llegar. Desea que la señorita Hoffman sea su ayudante en la convención. 

Miro el papel e inevitablemente me enojo un poco. Él quiere que ella esté allí, significa que Hillary quizá logró ser algo más que una simple compañera de trabajo. Pero es obvio, ella es bonita, tiene curvas marcadas, cuerpo de infarto, es rubia y la piel blanca. Además de que viene de buena familia y lo más importante, cuando quiera puede tener sexo como la gente normal, no vive con miedos y mucho menos con traumas. Firmo el relevo reteniendo una lágrima y corro a la recepcionista de mi oficina. A veces me pregunto si algún día aunque sea lejano. Otra vez tocan la puerta pero esta vez el alguien con quien deseo hablar.

— Señor Green, espero que me traiga novedades. Necesito novedades en este asunto

Sentándose algo nervioso baja la mirada

— Señorita Ivanova, he hecho las investigaciones pertinentes sobre la persona que me ha mandado a investigar. Pero entienda que hago todo lo que puedo. Sólo tenemos de él un retrato hablado y poca información del reclusorio donde estuvo encarcelado.

Trago saliva

— Quiero su nombre, quiero su vida escrita, que hace, donde está que come, a que le teme..., quiero todo. ¿No soy lo suficientemente clara?

— Logre averiguar su nombre, se llama Rodolf Reeds, tiene 59 años de edad y hace dos años salió de prisión por buena conducta. Fue apresado por violar a una niña de cinco años que cuidaba su hermana sirviendo como hogar sustituto.

El silencio me domina por unos momentos. Recuerdo su rostro, su risa burlona y el sonido de  su cremallera bajar. Aún más el dolor de mi carne abriéndose y gritar y gritar llorando y nadie venir a impedir que mi vida se destruyera.

— No me es suficiente, quiero saber dónde está. Quiero que lo encuentre y una vez lo haga me lo haga saber.

— Señorita, eso conlleva mas dinero

Gritando enojada respondo

— ¡Dinero es lo que tengo! ¿Cuanto? Un millón, ¿Dos? Lo que sea pero quiero que lo consiga así me lleve la vida entera y me vaya a bancarrota en el intento ¿Entendió?

Asiente con la cabeza

— ¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Para que quiere encontrar con tanto afán a ese sujeto? Lleva cinco años tras él y aún no tiene nada. ¿Qué piensa hacer cuando lo consiga?

Me sonrío llena de odio y corroída por la necesidad de causarle el mismo dolor que me causó a mí veinte años atrás. Si bien se me ha endurecido el corazón para lo único que siente es para odiar y no podré sentir paz hasta destruirlo de la forma más cruel e inhumana posible. 

— El que a hierro mata, adivine qué señor Green, a hierro muere. Creo que le he respondido ahora salga de mi oficina.

Ahora, hoy más que nunca me doy cuenta que el amor no podrá entrar jamás en mi vida, no cuando por años sólo habido odio y rencor dentro de mi. No se amar, no sé lo que es y no deseo descubrirlo. Avanzo por el corredor hacia el cuarto de fotocopias y al fondo veo a Hillary hablando con Aarón. Pensé que debería sentir otra vez enojo pero esta vez no es así, me da igual. Realmente me da igual hasta me alegra por ella, porque encuentre alguien que realmente le interese. El cruza su mirada con la mía y por unos escasos segundos nos miramos como si solo estuviéramos los dos..., solos. Mi mente lo rechaza, mi alma pregunta por el y el corazón se desintegra tratando de sentir algo más que odio hacia él. Soy un ser incapaz de amar y ser amada por nadie. Esa es mi mayor condena.

Me robaste la Razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora