Capitulo 18: Solo dos..., en una isla

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Aaron Evans

Una semana después

Siete días sin que Lara no me dirige la palabra desde que le rechacé el coche en la rifa. Odio tenerla lejos y a la vez tan cerca. Pasado mañana cumple años y no deseo seguir distanciado de ella por un jodido coche. Diana llega al apartamento con Camila y al verme algo ido pregunta si estoy bien. Bien, bien no puedo estar mientras Lara me ignore como lo hace.

— Aarón, puedo hablar contigo sobre algo que me tiene no sé..., curiosa

Asiento con la cabeza

— ¿Que ocurre Diana?

Camila se va a su cuarto a jugar con sus muñecas y solo cuando la niña no esta presente Diana contesta

— Es sobre Mabelle, se que no te gusta que toque ese tema porque te duele pero creo que esta vez es necesario.

— ¿Qué relevancia tiene hablar de Mabelle ahora?

— Creo que mucho, era tu esposa y ni siquiera fuiste a su entierro porque su familia no te lo permitio. No sé, quizá haya cosas que no sepas, quizá ella no murió

Pongo los ojos en blanco y levantandome del sofa busco en el armario el certificado de defunción, se lo doy algo descolocado

— Mabelle murió hace exactamente cinco años. Es alocado lo que estás diciendo y fuera de contexto.

Mirando el certificado de defunción niega con la cabeza escéptica

— Aaron, hay cosas que no encajan. Me pareció verla hoy a lo lejos entre la gente. Esta algo cambiada pero no tengo dudas de que es ella.

— Mujeres parecidas a Mabelle hay montones, Diana. No quiero remover nada del pasado, ella murió y trato de que no me duela cada vez que la recuerdo. Si, se que no era la mejor mujer del mundo, se que era una caprichosa, consentida y egoísta pero aun asi tenia un corazon enorme. Se que a ti te caía horrible, a mis tios tambien pero ya murió, ya es irrelevante hablar de Mabelle.

Me devuelve el certificado de defunción. Diana no dice nada más, más bien parece guardarse su opinión para no traer más conflictos. Se despide dejándome con Camila. Camino hasta el cuarto de mi niña y ahí está jugando con sus muñecas. Me siento a su lado y la observo jugar. Es tan dulce, tan linda, es lo más grande que tengo en la vida.

— Oye, ¿Puedo preguntarte algo?

— Si papi

— ¿Que crees de que lleve a Lara a dar un paseo en su cumpleaños?

— ¡Si! Pero tienes que tener un pastel papi

— Lo se cariño, ¿Te quedarías con Diana? Solo serán dos días o tres.

Me mira y con esos ojitos traviesos responde

— Vale, pero tienes que traerme cuando llegues muchos helados de fresa, ah y una muñeca nueva 
— Eres una lista pero vale, te traigo todo eso. Voy a estar en mi habitación viendo tele si quieres puedes ir

Asiente con la cabeza, quizá al rato se aparezca en la habitación. No dejo de marcarle a Lara y no contesta. Debe seguir enojada conmigo y ya no sé qué más hacer para que se le vaya el enojo. Mientras ella está enojada a mi el deseo por hacerle el amor aumenta sin darme cuenta. Cierro los ojos y solo tengo a Lara en la mente, me tumbo en la cama y entre tanto pensar recuerdo la llave y la isla Margarita. Una isla privada, jamás he estado en una isla solo, tengo que jugarme esta carta que me queda. Intento llamarla con el número restringido y esta vez contesta. ¡Increíble!

— Te he estado marcando toda la semana Larabelle

— Lo se, pero si alguien no te contesta el móvil es porque no quiere hablar contigo creo yo.

Me robaste la Razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora