Capítulo 3

64 10 1
                                    

Después de que abriera la puerta para entrar a mí casa, lo primero que hago es revisar la nevera para ver si hay algo de comer (después de media hora esperando las llaves merezco algo de comer).

Me llevo un pote de mantequilla de maní y galletas a mi habitación.

Subo a mí habitación y tiro mi mochila al piso. No tengo absolutamente nada que hacer, ya que siempre hago mis deberes por adelantado (estar en una situación bastante extraña no me pondrá vaga)

Me tiro en la cama (una mala costumbre de la que me reprendían mis padres siempre), y me quedo mirando hacia el techo. Pasan unos segundos y empiezo a aburrirme, así que me paro para ir a dar una vuelta.

El pasillo está oscuro y demasiado silencioso para mi gusto, tal vez porque estoy acostumbrada a siempre escuchar los pasos de papá y la música de mamá.

La soledad del pasillo me da escalofrío y me hace sentir insegura.

«Tal vez debería empezar a tener amigos o alguien que me haga compañía»

«No seas tonta si hago eso les pasará lo mismo que a los demás» me reprendo yo misma.

A la mitad del pasillo escucho la puerta de la entrada abrirse y pego tal grito que aquel que esta en la entrada grita también.

Me asomo por el borde del pasillo y veo que es solo papá.

- Demonios papá pensé que se había metido alguien en la casa -

- Yo... pensé lo mismo - dice mi papá en tono asustado.

- ¡ Además que es eso de estar gritando como una demente cuando alguien entra a casa ni que te fueran a matar ! - me reprende papá.

Suspire frustrada.

- Está bien...- mire el reloj de la puerta de la cocina - ¿Son las siete de la noche?.- mi padre asintió.

- Sí, ¿ quieres hacer algo?... Tú ,mamá va a tardar algo, pidió trabajo extra- dijo rodando los ojos- otra vez.

Mamá volvía a hacer eso de nuevo; no entendía bien, si estamos viendo que hay dinero de sobra en está familia. Gracias a ambos claro.

Mi padre es un gran empresario y mi madre una doctora especializada en gastronomía... por lo que ganan muy bien, demasiado bien.

- Eh, sí, sí.- dije mirando mis dedos nerviosamente. - Podemos ir a...

Una llamada del celular de mi papá me interrumpió mientras hablaba. Alzo una mano en señal de espera y se fue para contestarlo.

- Si bien . Estaré allí en...- miró el reloj que traía en su muñeca- media hora... Bien, hasta luego .

Cuando apago el celular se volvió para mirarme y se encogió de hombros.

- Lo siento, linda. Tengo trabajo - suspiré, casi se me salen las lágrimas en frente de él; pero las contuve. Saben ¿porqué? ; porque no quiero darle otra razón más para preocuparse por mí.

- No... no está bien- asentí rápidamente, todo con tal de que no empezara a hacerme preguntas. Siempre era lo mismo con ambos.

- Adiós- murmuró. Salió por la puerta y se fue.

Oculté mi cara entre mis piernas como si tratara de recuperar el aire  y pensé: << Me da miedo la soledad, sumergirme en un oscuro y profundo hoyo del que nadie sea capaz de rescatarme nunca más>>. Lloré un poco, ya daba lo mismo si se largaban de aquí y no volvieran, ya nunca pasaban tiempo conmigo.

Me sequé las lágrimas y me paré del sillón, subí a mi habitación, me senté en la cama. Por la ventana se veían las luces de la ciudad. Todo parecía hermoso desde lejos, siempre todo tiene su parte hermosa. Me recargue en el borde de la ventana y escuche a los autos pasar; el zumbido de la brisa y el frío del cristal dejaban un escalofrío en mi piel; haciendo que se me pusieran los pelos de punta.

La música de alguna casa lejana, la luz de la luna y las estrellas. Todo se sentía tranquilo, y extrañamente en paz, pero por alguna razón no conseguía dormir.

La misteriosa vida de Arysa Shallow//#PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora