Parte 16 " cuerpo"

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La oscuridad era inminente en aquel túnel lejano. ¿Qué había ocurrido con Fabiola y los demás? ¿Qué significaba que todo se había desmoronado? Los bastardos habían trabajado mucho tiempo su ingreso a la fortaleza del caos. muchos años de su infancia lo dedicaron a ello, día tras día sin descanso, soportaron largas penurias que no vale la pena recordar y que por ahora no eran más que agujeros negros en la mente de los crecidos bastardos. ¿tantas heridas en sus cuerpos y huesos quebrados para terminar así? Derrotados y dispersos.

Siete hermanos eran desde el comienzo, bajo los cuidados de Ika y el difunto , uno a uno fueron cayendo sin previo aviso. siempre sabían que podían morir, claro estaba, ellos siempre arriesgaban sus vidas y a decir verdad siempre coincidieron en que estas no valían nada para ellos. Pensaban en derrocar el trono de las bestias del caos y arrojar al mar los cadáveres de los falsos dioses Reikraw. Sabían que la muerte les seguía los pasos desde que nacieron y la aceptaban como tal, pero algo los hacia distintos, hubo algo dentro de cada uno de ellos que poco a poco les hizo cambiar este vivo concepto de que como humanos no significaban nada. Aun en las sombras de la sinfonía ellos crearon un lazo tan frágil como el de dos desconocidos que apenas cruzan miradas, pero a la vez tan fuerte como si de un alma con su cuerpo se tratara. Ellos, los bastardos se hicieron hermanos y cada uno juró de forma solitaria y desconociendo que los demás también lo habían hecho o lo harían, que se protegerían por sobre todas las cosas. Ellos prometieron bajo un propio juramento de vida, que se cuidarían por sobre todo lo que quedaba del mundo, nada los separaría ya que, si bien no eran sus propias familias, eran lo único que tenían y la palabra familia simplemente no era suficiente para aquella relación única que irónicamente establecieron.

Pasaron toda su infancia ocultando sus identidades, aprendiendo el arte de la guerra y entonando canciones de muerte ahí en la sinfonía, a solo unos cuantos kilómetros de la entrada de la poderosa ciudad del caos, apenas una parte visible del infierno.

Ahora todo se había desmoronado, todo estaba destruido, todos los años de espera y atrocidades no habían servido de nada. La primera en caer fue la pequeña Krisna, temprana fue la dolorosa muerte de la niña en los brazos de su hermana. Ahora quedaba solo una descendiente real de la antigua tribu celta de la extinta Irlanda, un lugar borrado de los mapas antiguos y arrancado de un zarpazo de la faz de este mundo. Los causantes de aquella aterradora hazaña... la división Lutars. Fuká se había ido para siempre desvanecido en el espacio-tiempo cumpliendo así su juramento de entregar su propia vida por el bien de sus hermanos, un rápido movimiento se lo llevo de este mundo ahogando lágrimas en el resto de los bastardos, lagrimas que por honor a su recuerdo no habían salido a la luz. El bastardo del tobillo de acero y la cicatriz de la mandíbula jamás habría perdonado a sus hermanos llorar por su partida. Ellos estaban criados para la venganza y transformar el mismo infierno en un paraíso comparado con lo que querían hacer con los responsables de la muerte de las razas.

Todo habían sido inesperado sin previo aviso, las desafortunadas circunstancias nuevamente se hicieron presentes y jugaron un rol primordial que influyo de forma directa en los acontecimientos actuales.

Con consecuencias desconocidas lo siguió el pequeño Travis, poseído por una especie de poder mundano y dominante, su cuerpo fue totalmente envuelto en llamas que danzaban atrevidas y violentas, disfrutando devorar al humano que envolvían. El cuerpo gravemente herido y calcinado quedo en los brazos de Cristal. El segundo bastardo con menos edad, Lemeclot o Emec como preferían llamarlo sus hermanos, había sido capturado en batalla por los alados. Emec solía disfrutar de forma solitaria la cacería de estos demonios proveniente de los antiguos escritos, pero la vida lo sorprendió con un giro bastante extraño a lo esperado. El cazador que no habla y recolector de huesos, había sido capturado, pero aún quedaba algo que los hacía sentir completamente destruidos. Por sobre la devastadora división Lutars de sangre purpura se encontraba el mismo Aracar. No había palabras en lenguas existentes para describir lo peligroso y horrendo que era eso.

Ciudad del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora