Capítulo XXXVI

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El veintiocho de enero, dos días antes del señalado para mi viaje, subí a la montaña muy temprano. Braulio había venido a llevarme, enviado por José y las muchachas que deseaban recibir mi despedida en su casa. Pasé toda la mañana con ellos, disfrutando de la sencillez y el cariño de los campesinos.

El momento de alejarme, Doña Luisa y las muchachas sollozaban mientras mis lágrimas rodaban por sus cabelleras. Braulio y José me esperaban en el corredor.

Luego que me soltó de sus brazos Braulio, su tío me estrechó en los suyos. Hice una señal a Braulio para que no me acompañase: Seguido de Mayo, empecé el camino de regreso a casa.

Descendía lentamente hasta el fondo de la cañada. Mi corazón iba dando un adiós a cada uno de estos sitios, a cada árbol del sendero, a cada arroyo que cruzaba.

María (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora