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Camila había llegado tarde a casa en demasiadas ocasiones, habían pasado literalmente semanas fuera de casa y sin ir a la escuela. Sinu no estaba enterada sobre aquello, ella de igual manera se había ido semanas lejos de casa, ¿con quién? Probablemente con uno de sus tantos 'amigos'. No se sabe como Sinu quería corregir a Camila si era un reflejo exacto de su hija.

Camila estaba al tanto de todo esto y realmente parecía importarle poco, entre menos viera a su madre, más tiempo tendría para irse a vagar con sus colegas, para ir de fiestas, para ir a fumar y drogarse, para embriagarse hasta olvidar todo lo que tuvieran que olvidar.

Otra noche más, Camila se había ido de antro con sus amigos; aquellos que no hacían más que llevarla por un muy trágico camino. Eran cerca de la 1:00 am, la morena había decidido irse a casa ya que le preocupaba el hecho de que su madre hubiese llegado y le diera la paliza de su vida.

Estaba mareada, ebria y ligeramente desubicada. Llegó a casa gracias a su amigo Louis, quien condujo como loco por toda la ciudad para llegar a casa de Camila y así, regresar él a la fiesta.

Camila: Gracias Lou.-dijo apenas cuando bajó de aquel auto negro.

Louis: No es nada preciosa.-cerró en automático la ventana donde había estado Camila hace un momento y arrancó.

Se escuchaba como a lo lejos Louis iba a toda velocidad. Para Camila ese hombre era lo mejor de todo, no se lo había tirado antes porque no estaba tan urgida de él, pero estaba completamente segura de que si él le ofrecía un buen paquete de 'polvos mágicos', no dudaría ni un segundo en dejarse follar. Después de todo, para Camila era un cacho de hombre, más bueno que cualquier hombre en el mundo, pero eso sí, no podía compararse con Lauren. La bella chica de ojos esmeralda.

Camila había borrado huella en la escuela y en el vecindario por varias semanas, en cierta parte era para divertirse con sus amigos con más libertad por la ausencia de su madre, pero por otra parte era para esconderse de Lauren. La morena había llegado a la conclusión de que se sentía cada vez más atraída por la ojiverde cada segundo que pasaba con ella, cada que Lauren la atrapaba mirándola a través de la ventana del bus escolar cuando Camila se iba de pinta, cada que Camila pasaba a la tienda por unos cigarrillos y lograba verla en la ventana sin que ésta de diera cuenta.

Camila podía ver a Lauren incluso en sus alucinaciones psicodélicas. La morena sentía que se ahogaba en su fresco aliento, que viajaba a otras galaxias a través de su tierna y ronca voz, que aquellos ojos esmeralda la comían, que su mirada la vigilaba, que aquellos orbes bañados en esmeralda la atacaban y la intimidaban para hacerla sentir como la estúpida adolescente enamorada en la que se estaba convirtiendo. Habían pasado semanas sin saber sobre aquella chica y aquella chica sin saber de ella. Seguramente ya tenía muchas preguntas.

Camila trató de entrar a la casa, pero esta no traía llaves, se maldijo a sí misma por olvidar algo tan sencillo como llaves, en ese momento recordó cuando a Lauren le pasó exactamente lo mismo, Camila sonrió al recordar lo tierna y boba que se veía afuera de su casa, era como un pequeño gatito arañando la puerta para llamar la atención de su amo. Ella no tuvo de otra, no había manera de entrar a casa a menos que su madre llegara, cosa que posiblemente no pasaría. Se rindió fácilmente, bien pudo regresar a la fiesta de donde había regresado, pero prefirió ir a alguna tienda de conveniencia cerca de ahí, de esos que están abiertos las 24 h.

Para su suerte, este establecimiento quedaba algo distante a su casa, pero aún así decidió ir, los cigarrillos eran su mayor adicción, para su corta edad, Camila sentía que podía fumarse una cajetilla de cigarrillos entera ella sola, pero si su madre se enteraba seguro la corría de la casa sin saber a donde ir, quizá Louis le daría techo, pero prefería aún pasarla en su casa, los amigos que vivían en casa de Louis a veces la incomodaban.

Y así, hundida en sus propios pensamientos y en su estado de ebriedad, Camila logró obtener los cigarrillos exitosamente. Caminaba sola por los vecindarios con tres cigarrillos, uno en la boca y dos sobre sus orejas. Tomó un atajo que la llevaba a la tienda donde comúnmente solía ir a comprar; aquella que igual daba camino a la casa de la ojiverde.

Bien jugado destino.

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Lauren habría despertado de una pesadilla cerca de la 1:38 am, había soñado con que un hombre  misterioso quería hacerle daño. Ella era muy sensible con estas cosas, las pesadillas realmente la ponían de nervios, no la dejaban dormir por un largo rato.

Se sentó sobre la cama mirando a la ventana, el aire corría muy bien, la noche comenzaba a tornarse helada, pero a Lauren no le importaba, ella amaba sentir el aire externo llegar hasta su habitación, haciendo que sus delgadas cortinas blancas bailaran al igual que las hojas de los arboles causando una armonía tranquilizante. Algo digno de presenciar.

La ojiverde estuvo a punto de entrar de nuevo en un sueño, pero algo la despertó de nuevo. Una pequeña roca había entrado por su ventana, golpeando por suerte solo la cortina, pero igual llamando la atención de la ojiverde.

Lauren: ¿Qué sucede?.-buscó en su mesita de noche sus lentes para poder distinguir.

Caminó hasta donde creyó haber escuchado el golpe de aquella roca. Y la encontró.

Lauren: ¿Una roca?.-susurró, la ojiverde se extrañó y se asomó discretamente por la ventana para averiguar qué ocurría.

Para su gran sorpresa, lo único que pudo presenciar en ese momento fue la imagen de aquella chica que la confundía, la chica de orbes marrones, ella estaba ahí parada como la primera vez que la encontró mirando su casa.

Camila.

Weak When U R Around |CAMREN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora