Capítulo 19

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MARISA:

Me hallaba en una situación que ni a mi peor enemigo se la recomiendo. Todo lo segura que creía que haber estado minutos antes, ahora ni atinaba a pronunciar palabra ante mi padre.

Él, un hombre alto, robusto, con su mirada clavada de odio en mí, conseguía que cada parte de mi cuerpo temblase. Podía ver como Noé hacia todo lo posible para rescatarme del agarre de mi padre. Pero él fue más astuto y dándome pequeños empujones me sacó fuera a la calle, donde bajo una lluvia de palabras ofensivas y pequeños golpes me introducía dentro del auto de muy malos modos.

El trayecto fue lo peor, mi padre no dejaba de repetirme lo mujerzuela que soy, desobediente, rebelde y terca por no escucharlo.i
Para qué iba a responder, si era como hablarle a una pared.

Nada más llegar a mi casa, mi padre volvió a sacarme del auto por la fuerza, me obligó a entrar en mi casa y nada más poner un pie dentro su mano fue a parar a mi brazo dándome un empujón tan fuerte que llegué a perder el equilibrio cayendo al suelo.

―Vergüenza me das que seas mi hija. Mírate desgraciada, mírate al espejo y asume que eres lo peor.

―Yo no soy lo peor, soy una mujer independiente, cosa que tú me has arrebatado y ahora suélteme papá si no quieres que llame a la policía.

―A mí con amenazas, pero que te has creído, so' inútil. Gracias a ti has conseguido que tenga que bajar mi cabeza al ver la familia de Juan, una familia honrada, un hombre bueno que te ofrecía todo y tú vas y lo dejas para ir tras el miserable ese que no piensa más que en aprovechase de tontas como tú. O si no, mira lo que le hizo a Naiya, la dejó embarazada y no quiso saber nada de ella. ¿Qué querías que te hiciese lo mismo a ti?

―A mí no me compares con Naiya ni con nadie. Y lo segundo, ese hombre al que en tanta estima tienes, es un desgraciado que solo se ha limitado a engañarnos a todos. Para que te enteres padre, el día que decidí cancelar la boda fue porque lo vi en la cama con otra mujer. Sí  padre fornicando como conejos ¿Qué querías que hiciese?

―Eso es mentira.―Gritó fuerte mi padre con su cuerpo casi pegado a mí causándome a su vez un pequeño temor que no tardó en recorrer todo mi organismo.

―¡¡Basta ya, por favor!!―Intervino mi madre, poniéndose en mitad entre mi padre y yo.

Quería gritarle un montón de cosas a mi padre. En primer lugar decirle que ya soy suficiente mayorcita para ser responsable de mis actos, puesto que desde niña él se ha limitado a encerrarme en mi casa tratando que cumpla con sus órdenes. Acaso él no se dará cuenta de lo desdicha e infeliz que soy y en ocasiones me siento como una estúpida por no saber casi nada de la vida, y por ello agradezco haber conocido a mis amigos, Sancho, Lisa y a Noé. Oh dios mío Noé cuanta falta me hace en estos momentos. Pero mi padre se empeña en tratarme como la tonta del bote y al parecer tengo todas la de perder a pesar que me enfrente a él un millón de veces, ese es mi padre, terco como una mula y nunca cambia de opinión salvo lo que las demás personas digan.

Durante la noche no pude apenas pegar ojo, pensaba en lo bien que me iba en la ciudad, en mi independencia, en poder ser yo misma y al parecer mi destino quiere otra cosa para mí.

De pronto escucho unas voces que proceden del salón. Salgo de mi habitación, camino hacia el salón y cuando veo a mi hermano parado en mitad enfrentándose a mi padre, pude apreciar una pequeña alegría dentro de mi corazón.

―Vete ahora mismo de mi casa, mal hijo.―Gritaba mi padre

―Me iré no te preocupes padre, pero te recuerdo que solo tienes dos hijos y todo lo que nos estás haciendo lo vas a pagar. Deja ahora mismo a mi hermana que se venga conmigo y te dejaremos tranquilo.

TÚ ERES ASÍ...Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora