Capítulo 34

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Derrumbada y sintiéndome como una miserable, dejo caer mis lágrimas descubriendo en mí lo idiota que había sido puesto que ni idea tengo de como he podido permitir que Juan me tocase.
Llena de impotencia y culpabilidad me dejo levantar con la ayuda de mi madre y mis amigos. Nadie dice nada, solo se escuchan palabras alentadoras y mis sollozos.
Abatida, me dejo guiar por mis amigos hasta la casa de mi hermano.
Una vez que se han ido todos y me he dado un ducha mi madre habla conmigo.

—Maria Isabel hija, que ha sido lo que ha pasado.

—Mamá me siento tan culpable y desgraciada por haber estado tan borracha y no saber qué era lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

—Hija, no llores más. En parte tú no has tenido la culpa, ese miserable sabía lo que estaba haciendo. Desgraciado, como lo odio.

—Lo peor ha sido ver la reacción de Noé. Mamá he arruinado todos nuestros planes.—Comienzo de nuevo a llorar en los brazos de mi madre hasta que llega mi hermano, por supuesto molesto y muy enfadado.

—Edu...lo siento mucho yo...—Empiezo a expresar mi dolor intentando convencer a mi hermano. Pero él no dice nada, sus ojos cargados de odio apretando sus puños llenos de sangre ya me dicen todo.

—Eduardo hijo, no te enfades con tú hermana, ella sólo ha sido una víctima de ese desgraciado.

—No la justifiques mamá, y menos que achaque lo que ha sucedido al alcohol. Lo único que puedo hacer es protegerla, por eso le dado dos puñetazos a ese  cabrón, pero te pido que no trates de convencerme de algo que ha sucedido porque ella lo ha permitido.

Mi hermano llevaba más razón que un santo. Toda la culpa de lo ocurrido no la tengo masque yo.
Maldigo una y mil veces llorando de impotencia golpeando la almohada repitiéndome la misma pregunta: ¿Porqué?

Al día siguiente mis amigas vienen a visitarme, quieren saber cómo me encuentro. Nos tomamos unos cafés mientras me cuentan lo sucedido y resuelven mis dudas.

—Haber que yo me entere, vosotras visteis al hijo de su santa madre hablando conmigo sabiendo que no quiero saber absolutamente nada de ese bicho y vais y no hacéis nada. Pues qué clase de amigas hacen eso.—Grito molesta ante la mirada de sorpresa de ellas.

—Che, para el carro bonita. —Empieza hablando Esmeralda.—Punto 1, nosotras te avisemos, pero la niña no nos escuchó porque  estabas más borracha que el pato Donald, y lo segundo: tú madre le dijo cuatro cosas a ese sinvergüenza. ¿Y sabes lo que hizo?
—Niego con la cabeza—Pues reírse de tú madre y darle un empujón que apoco si se cae de culo sino la llegamos a coger. Por eso llamemos a Noé por miedo de que hiciese algo. No para que te metieras a enrollarte con él en los servicios. —Finaliza la conversación Esmeralda agarrando su bolso molesta. Intento hablar con ella, pero todo lo que me digan es poco.  Yo tengo la culpa de lo sucedido. Por ello debo hacer todo lo que pueda para conversar con Noé e intentar que me escuche.

Ya he perdido la cuenta de las veces que lo he llamado a su móvil, las veces que he ido a su oficina incluso me presentado en su casa. Y siempre me encontrado con lo mismo. Su negación a no quererme ver.
Y lo que más rabia me da es que no puedo estar sin él, me muero por su amor y lloro buscando una razón para poder acercarme a él y que deje de jugar conmigo de esta manera, si él supiera que mi corazón está dañado por querer alejarse sin querer saber nada de mí. Solamente le pido que me escuche, entiendo que esté molesto conmigo, pero necesito mirarle a los ojos para decirnos las cosas de frente, pero este silencio me está consumiendo ya no sé ni que hacer, ojalá pudiera echar el tiempo atrás para poder reparar mi error.

TÚ ERES ASÍ...Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora