Capítulo 33

1.8K 196 11
                                    


MARISA:

Después de haber tenido ese mal trago con mi padre, del cual quiero olvidar a pesar de llorar por todo el daño que nos ha causado. Agradezco a Dios por tener a mi lado a mi madre, puedo llegar a entenderla que aún esté despistada y todo para ella le resulte nuevo, pero sé que mi madre es una mujer fuerte y sabrá salir adelante dejando atrás esas humillaciones que día a día ha ido sufriendo guardándoselo todo para ella acumulando heridas que solo el paso de los días y con nuestro cariño podrá ir superando.

Quedaba pocas semanas para mi boda con Noé. Buff, aún no me lo puedo creer que vaya a casarme a con mi adorable jefazo. Me sonrojo solo de pensarlo. Yo, casada con un hombre guapo, cortés, adorable y sobre todo demostrándome cuanto me ama. Madre mía si toda mi historia con él empezó como un libro de romance. Josú bendito, quién me lo iba a decir a mí verme casada con el hombre del cual me enamorado en un tiempo récords. ¿Acaso este era mi destino?

Junto con mi mamá vamos para el pueblo para hablar con el cura para que me case. En un principio no quería casarme en mi pueblo, pero Noé insistió tanto puesto que ese ha sido mi sueño; casarme de blanco con el hombre que amo. Y a pesar de quererme saltar lo de casarme pura, Noé se ha puesto un candado en la bragueta negándose a que intimidásemos. ¡Ya que ser capullos! Mira que hecho de todo: Desde ponerme lencería sexy, emborracharlo hasta atarlo a la cama. Pero nada, a pesar de estar más caliente que una sopa, siempre me ha hecho recapacitar para que nuestra vez sea como marido y mujer. Por un lado no me agrada mucho puesto que eso ya no se lleva, pero por otro lado es tan bonito que te respeten y soñar de cómo será la primera vez con mi marido.

Tras hablar con Isidro el cura del pueblo, mi madre decidió ir a visitar a un par de amigas para darle la invitación de la boda. Cada vez que miraba a mi madre y verla tan sonriente, me hacía más feliz y me sentía muy orgullosa por ella. Pensar que después de tantos años de amargura,  ahora por fin vuelve a recuperar esa felicidad que mi padre le arrebató y que tanto se merece, empezar una nueva vida separada de él.

Tras dejar a mi madre en casa de una de sus amigas, de las pocas que tiene, me fui para el mercadillo para hacer tiempo. Cuantos recuerdos me trae pasear por los pasillos de los puestos de ropa y como soy así de adicta a la ropa me paro para comprar una camisa a Noé cuando escucho una voz femenina muy familiar detrás de mí. Me giro despacio y me quedo observando descaradamente a Naiya que se encontraba con su madre. Quería agradecerle lo que hizo por Noé, como también echarle por cara que me quitase del proyecto. Así pues, ni corta ni perezosa me acerco hasta donde se encontraban ellas hablando.

―Hola que tal están.―Saludo más falsa que un cuadro de Picasso.

―Hola Marisa ¿qué tal estás?―Me pregunta la madre de Naiya.

―Pues mire, aquí de compras ya que no tengo trabajo tendré que invertir el tiempo en hacer algo.―La indirecta se la lanzo a Naiya, por supuesto no tarda en darse por aludida respondiéndome.

―Marisa no exageres, sabes perfectamente que tienes trabajo, además creas diseños para tus clientas.

―Sí, pero me gustaría saber porque me echaste del proyecto. Esos diseños eran míos.

―Ven vayamos hablar en otro lugar.―Me dice Naiya agarrándome de la muñeca tirando de mi para irnos a charlar en otro lugar.

―Marisa, lo primero que quiero hacer es pedirte disculpas por haber dudado de Noé, pero no me arrepiento de haberte querido abrir los ojos, quizás fui algo desconfianza y algo resentida por todo lo que ocurrió entre Noé y yo. Tras haber hablado con él, me ha demostrado que ha cambiado, y si no hubiera sido por ti pienso que ahora mismo Noé estaría desolado, ya que poco a poco se iba aislándose de todo el mundo.

TÚ ERES ASÍ...Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora