Capitulo 26

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Llegué a la finca de Noé con mi pulso acelerado, hasta me costaba respirar de tan solo pensar que es lo que le ocurre  a Noé exactamente.
Tras saludar a Luisa y hacerme un resumen de lo ocurrido, me acompañó hasta la habitación  donde se encontraba Noé.

Al entrar con gesto involuntario me tapé la boca abriendo los ojos al máximo, ver aquella escena me mataba por dentro.
Allí se encuentra el hombre que quiero sentado en mitad de la oscuridad mirando por una ventana con un vaso de brandy en la mano.

¿Qué haces aquí Marisa?—Me pregunta sin apenas mirarme.

Noé...He venido para ayudarte.

Pues ya te puedes largar por donde has venido y llévate tú compasión contigo.—Las palabras de aquel hombre eran frías y duras. Jamás hubiera imaginado que Noé tocase fondo tan rápido. Y por un lado yo me siento culpable porque su estado esté así; tan deprimente.

Noé déjame ayudarte, me duele mucho verte así. Por favor dime qué necesitas.

Qué te vayas joder, que me dejes solo que no quiero ver a nadie y menos dar lástima a nadie. No te das cuenta Marisa que este es mi castigo, esta es mi penitencia por todo el daño que he causado por lastimar a las personas que me han querido.

Hablas de Naiya. ¿Verdad?

Ella fue a quien lastimé más por dejarme llevar por mi ego y no escuchar mi corazón.

Pero míralo por otro lado Noé, si ella se casó con otro hombre, quizás sería  porque el vuestro destino estaría que no estuvieses juntos. Tampoco es necesario que te hundas de esta forma.—Intenté poner una mano en su hombro pero fui incapaz, verlo en ese estado conseguía que mis lágrimas brotasen por sí solas desgarrando una pequeña parte de mi corazón por culpase aún de lo que le hizo a Naiya. ¿Y yo qué? ¿Acaso mis sentimientos hacia él no contaban?

De acuerdo Noé me voy, pero antes quiero decirte que...—Mis sollozos me impedían continuar hablar, pero aún así trato de esconderlos—Que no me das ni chispa de pena, que el hombre que veo ahí sentado compadeciendose por haber cometidos errores, puesto que todo el mundo los cometemos, se está destruyendo por no querer ver la realidad, por no luchar para salir adelante dado que si quieres puedes volver a caminar. Pero claro es más sencillo vivir asqueado que pedir ayuda. Adiós Noé.

Me giré despacio agachando mis ojos hacia el suelo oprimiendo mis sollozos para no demostrarle que sufro por él. Al llegar a la puerta su mano agarró mi brazo. Intenté poner resistencia pero sus palabras envueltas en amargura y llanto me hicieron girarme y clavar mis ojos en los suyos que se hallaban rajaos en agua.

Lo siento Marisa, siento mucho todo... soy un cobarde por no saber valorarte y todo lo que haces por mí.

Mira Noé, entiendo que estar así sentado en esta silla de ruedas no debe ser nada fácil. Pero por favor, déjame ayudarte.

Solo el amor puede hacer que me levante de esta silla.

Yo...Noé no estoy preparada para el amor, al igual que tú he sufrido mucho y lo más lamentable que creí en su palabra cuando me decía cuanto me quería. Y todo era una mentira. Una mentira que tuve que ver con mis propios ojos para ver la realidad. Y si Noé se sufre, y mucho. Pero por otro lado pienso que fue lo mejor que me pasó y ahora solo deseo vivir lo que me perdí estando a su lado.

Marisa, haces bien, yo lo que menos deseo es atarte a mí. Pero te digo que tú eres así de bonita y especial, y durante este tiempo he esperado mi segunda oportunidad y no voy a dejarte ir. Esperaré cien años si es lo que deseas.

TÚ ERES ASÍ...Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora