Capítulo 20

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MARISA:

Debo reconocer que tras el mal trago que pasado con lo de mi padre y el pastoraco de Juan, mis penas han ido evaporándose con la presencia de mis amigos y Noé, que con esas miradas que me echa tan susceptible consiguen que todo mi cuerpo se estremezca acabando con mis mejillas rosadas y una sonrisa tonta mezclada con emociones desconocidas anteriormente.

Después de tomarnos las cervezas y reírnos un poco, mi hermano se marcha con Esmeralda para acompañarla a su casa. Un rato después Lisa, Hugo, Noé y yo nos marchamos hacia un Motel. Lo que menos deseaba era volver de nuevo a mi casa, mi padre estaba muy enfadado y ya quería parar de una vez sus enfrentamientos.

Un rato después casi entrada la madrugada por fin encontremos un Motel fuera del pueblo. Nada más bajarnos del coche, busqué a Lisa que se veía que estaba tan feliz y emocionada como yo.

―Madre mía Marisa que subidón de verdad, jamás hubiera pensado que Hugo viniera a buscarme. Ay, Marisa ¿tú que crees que está actuando con buenas intenciones?

―No sé, yo hasta ahora lo he visto que ha permanecido a tu lado y no te ha soltada de la mano. Pero si estás insegura dormimos juntas.

―¡Ay! Amiga es que por lado deseo dormir junto a Hugo, deseo saber a qué saben sus besos y lo que se siente cuando me toque, pero por otro lado tengo miedo. ¿Qué hago?

―Eso es justo lo que te iba a decir yo fíjate. Pues creo que lo mejor es que durmamos juntas.

―Será lo mejor.―Lisa y yo nos encogemos de hombros, por lado deseamos pasar la noche con esos guapos y maravillosos hombres pero por otro lado, ambas éramos vírgenes y el miedo y la inseguridad a pesar de nuestra edad circulaba por nuestro cuerpo.  Desde luego parecíamos dos quinceañeras, pero era así, como le dices tú a un hombre que a tu edad no te has acostado con nadie. Te tomaría por estrecha o se burlaría de ti. Lo mejor y más acertado fue cogerle la llave a Noé de la mano y decirle amablemente que yo y mi amiga dormiríamos juntas.

Noé me dedicó una sonrisa pasando sus manos por mis brazos dándome un beso en mis labios deseándome que pasara buena noche.

Lisa no hizo ningún movimiento con Hugo, solo se despidió de él sin más y juntas nos marchemos hacia la habitación que nos había tocado.

―¿Has visto que cara se le ha quedado a Hugo? Madre mía Marisa, y si me equivocado y...

―Y...nada. Hemos hecho lo correcto. Jope Lisa, a quien voy a engañar si estoy deseando de tirarme a los brazos de Noé. Malditas inseguridades.

―Mira que somos tontas Marisa, pienso que alguna vez lo tenemos que hacer, que como sigamos así vamos a pasar al libro de los récord, por tener veintiséis años y no haberlo catado.

―Ya te digo Lisa. Se supone que somos mujeres adultas que sabemos lo que hacemos, pero el temor ha aparecido en el peor momento. Bueno tampoco está tan mal que durmamos juntas ¿no?

―Si no me queda de otra, pero haz el favor de no roncar Marisa.

―No ronco, solo que no puedo respirar bien. ―Lisa y yo nos echemos a reír y a continuación nos metimos en la cama dejando que nuestras fantasías se convirtieran en sueños por si algún día se hicieran realidad.


NOÉ Y HUGO:

―Venga ya Noé, esto no me puede estar ocurriendo. Te parece bonito el plantón que me ha dado. Mira que desaprovechar este cuerpazo, mis besos...

TÚ ERES ASÍ...Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora