Capítulo 3: Acaso es una puta broma?

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Debido a que Lex pasó por Alice, llegué media hora antes. Genial, las 4:30pm. Los días que tengo yo que recoger a Alice, la vecina de al lado. La señora Robinson, siempre me hace el favor de cuidarla unos momentos hasta que yo termine mi turno y cuando ella no puede, me llevo a Alice a la cafetería. A mi jefe, el señor Stewart, no le molesta en lo absoluto.

-          Emms, llegaste temprano. – Me dice Martha, una de las meseras, apenas cruzo la puerta.

-          Si, Alexandra me hizo el favor de cuidar a Alice. – Le explico mientras guardo mi mochila en el armario de limpieza.

-          ¿Y como estuvo tu día en el instituto? – Me pregunta curiosa Martha. Siempre que vengo a trabajar, me hace la misma pregunta. Martha es hermosa, no comprendo cómo no asiste a la universidad o algo así. Tampoco tiene novio, si mal no recuerdo creo haberle preguntado sobre ese tema unas cuantas semanas atrás. Martha es pelirroja natural, de esas que casi no hay hoy en día y de ojos color almendra.

-          Estuvo bastante bien. No me quejo. – Le imité una sonrisa.

-          ¿Podrías tomar hoy mis mesas después de las 5.30pm? Se me presentó una situación familiar a la que no puedo faltar. – Prácticamente me rogaba que le hiciera el favor.

-          Por supuesto que sí, Martha. Yo te cubro.- Ella era una de las pocas personas que habían sido buenas conmigo en el corto periodo que llevaba trabajando aquí, no me podía negar. Ella veces atrás también me cubría cuando alguna situación se presentaba con Alice y la señora Robinson me llamaba para que la fuera a revisar. No le podía decir que no, además, no me molestaba atender unas cuantas mesas de más.

Después de que se fue Martha, todo estuvo bastante aburrido. Ya saben. Tomar pedidos, llevarlos a las mesas, recoger platos sucios, limpiar y así sucesivamente. Después de que se fue Martha, la cantidad de clientes aumentó considerablemente. Sentía como si Dios en las últimas horas me estaba castigando por haberme comido con los ojos y con la mente a ese tremendo Adonis que se presentó en el instituto. Sin Martha, tenía que cubrir 4 mesas más. Se me estaba haciendo casi imposible atender a todos los clientes con tan pocas manos.

En un corto periodo de mi turno, la cafetería, por obra y gracias del Espíritu Santo, quedó completamente vacía. Mi “yo” interno le daba gracias a Dios por permitirme descansar un poquito todo el cuerpo. Estaba tan agotada. Decidí sacar mi mochila del armario de limpieza y ver si podía adelantar alguna parte de las tareas pendientes que tenía para mañana. De todos modos no había ningún cliente, y estaba tan exhausta que lo primero que quiero hacer cuando llegue a casa es acostarme a dormir. Ni siquiera se me apetece comer. Estaba a punto de empezar a leer lo que tenía que hacer de Biología, cuando la campana de la puerta que indica que alguien está entrando, se dedicó a sonar.

Suspiro y bajo mis hombros. Ni un minuto de paz. Ya no puedo más. Agarro un poquito de aire, y me dedico a bajarme del taburete de la barra para ver quiénes son los siguientes clientes a los que les tengo que fingir una hermosa sonrisa y atenderles de la mejor manera.

No, no, no, no. Definitivamente Dios me está castigando. Desearía no haber venido a trabajar hoy. Al girar sobre mis talones, me encontré a los individuos que siempre he querido encontrarme mientras estoy de turno. Stacy Williams, James Carlson y sus todos sus amigos plásticos y egoístas. Eran tanto que se apoderaron de dos mesas completas. Parecía que iban a dar una puta fiesta en la cafetería, una fiesta a la que yo no fui invitada y a la que de haber sido invitada, no habría asistido.

-          Oh, miren quien viene ahí. Nerdonski. – Le dice Stacy a todos sus putos amigos cuando me voy acercando.

-          Hola, Bienvenidos. En que puedo ayudarles. – Finjo una sonrisa e interés en lo que tienen que decirme. No sé a dónde putas ver, si a Stacy, sus amigas plásticas, James o los putos Ken de sus amigos. En la ventana a sus espaldas. Sí, mejor. Es más interesante.

-          A mí, definitivamente me puedes ayudar en mucho, preciosa. – Me dice una voz en forma seductoramente asquerosa en la segunda mesa.

-          Eh, amigo. Respeta. –Se dedica a decir James.

No puedo asegurar si está defendiéndome o simplemente le cae mal el tipo ese.

Le dedico una sonrisa y espero a que me den las órdenes.

-          Yo quiero una limonada. – Dice una de la amigas esas pláticas. No sé su nombre y tampoco me interesa saberlo. Dirijo mi mirada a James. No tengo ni puta idea del porqué. Seguramente solo quería verlo nuevamente, sí, eso es. Es tan malditamente glorioso. Es hermoso. Maldito Adonis.

-          Saben…. – Empieza a decir Stacy con una puta sonrisa de malicia en la cara – Hoy es el cumpleaños de Mark, ¿Recuerdan?

 Todos se le quedan viendo intentando descifrar si en verdad o no. Ella les hace un gesto de hiena cagando y al parecer ellos entienden.

-          Oh, cierto. Cierto. – Asienten y dicen todos en unísono. Menos James. Él al parecer aún no ha entendido la broma. Al igual que yo, y créanme que no quiero entenderla.

-          ¿Emma? – Me dice Stacy. Maldición, tenía mi mirada en James, otra vez. Dirijo mi mirada a la voz chillona que me llama. – ¿Podrías cantarle feliz cumpleaños a Mark? ¿Por favor?

No, no, no, no, nooooo. Tiene que ser una puta broma. 

Same shit, Different dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora