Capitulo 14: Perdóname.

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-              Déjame en paz. – Fue lo único que logré articular debido a que mis lágrimas no me dejaban hablar.

Lo odio.

Lo odio muchísmo.

-          Suéltame, James. Dejame en paz. – Le decía mientras me revolvía entre sus brazos. Lo cual era inútil, no lograba nada. Solamente lograba que me apretara más a su pecho.

-          En serio, Emma. Lo siento. No fue mi intención asustarte. Perdóname. – Me susurró al momento en que metió su cabeza en mi cuello mientras olía mi cabello.

Mis lágrimas no dejaban de caer. Rodaban por mis mejillas buscando tocar el suelo y desaparecer por completo. Tenía miedo, tenía muchísimo miedo. Me sentía fría, caliente, con aire, sin aire y todo a la misma vez. Creí por un momento que iba a ser secuestrada y que no volvería a ver jamás a Alice.

Empecé a sentir claustrofobia nuevamente.

-          Suéltame, James. – Le dije nuevamente a como pude entre sollozos. Él no lo hizo. Maniobré y a como pude, me volteé para quedar de frente a él entre sus brazos. – TE DIJE QUE ME DEJARAS, IMBECIL. – Y lo empujé fuertemente lejos de mí.

Él no dijo nada. Únicamente me miró con ojos cristalinos, bajó su mirada y se quedó ahí. Ahí quieto. Esperando como el imbécil de era. No esperé a lo que fuera a hacer o a lo que me fuera a decir, simplemente retomé el poco camino que quedaba a casa.

A mi espalda pude oír a los varios segundos, la puerta de un auto abrirse y luego volverse a cerrar. Supuse que James entró a su auto para ir a casa o a cualquier puto lugar donde le diera la gana ir.

Antes de llegar al porche, busqué mis llaves, para no tener que hacerlo al llegar ahí. Abrí la puerta y me adentré a la casa sabiendo que no había nadie. Aún mis manos temblaban, mi corazón latía desenfrenadamente y mi respiración era entrecortada. Cerré la puerta, bajé la mochila de mi hombro y la tiré al suelo sin mirar a donde caería, me puse de espaldas a la puerta, me recosté en ella y me dejé caer en el suelo, deslizándome hasta el final del camino donde el suelo y la puerta se encontraban.

Esperé a que mi respiración acelerada se calmara para poder subir y tomar una ducha, pero no sucedía. Los minutos que James me tuvo prisionera en contra de mi voluntad hizo que mis síntomas de claustrofobia volvieran.

Mierda.

MIERDA.

MIERDA Y MÁS MIERDA.

Hace casi 3 años que no volvía a tener un ataque de claustrofobia, y desde que papá nos dejó, no me podía permitir pagar un psicólogo o los medicamentos necesarios para controlarla. Cerré los ojos intentando recordar los síntomas que una vez, un médico me dijo que eran de esta enfermedad.

Creo que el sudor era uno. ¿Tenía sudor? ¿Estaba sudando? Examiné mentalmente mi cuerpo y sí, efectivamente mis manos y pies sudaban frío.

¿Sudor? ¡SÍ!

Me parece recordar que le ritmo cardiaco acelerado es otro síntoma. Si no mal recuerdo, cuando creía tener o cuando mamá creía que tenía un ataque y me llevaba al médico, lo primero que hacía era revisarme los latidos cardiacos.

¿Ritmo cardiaco acelerado? Eso ni se pregunta. ¡DEFINITIVAMENTE SÍ!

No estoy muy segura pero me parece que la hiperventilación también. A veces el doctor me daba una bolsa para respirar mejor.

¿Hiperventilación? ¡SÍ!

Creo que temblores  y nauseas también son unos de los síntomas.

Same shit, Different dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora