Capitulo 15: El blanco es para ángeles.

404 18 3
                                    

Piel con piel.

Y entonces fue cuando recordé…

Alice no está en casa.

Alice. No. Está. En. Casa.

ALICE. NO. ESTÁ. EN.CASA.

En algún momento en el que nos besábamos, intenté tomar un poco de aire pero inmediatamente James me lo impidió. Puse mis manos en su pecho intentando separarlo un poco debido a que la cercanía corporal que estábamos sintiendo me estaba asustando, pero era muy pesado y fuerte.

-          James… - Intenté con palabras pero rápidamente fui callada con otro beso. ¡DIOS! Juro que si él no me deja de besar de esta manera, lo voy a pegar fuertemente contra cualquier lugar sólido que me encuentre. – J-j-james. – Mi voz apenas y salía. Él de mala gana detuvo el beso pero no se alejó completamente. Su mano aún seguí metida en la parte trasera de mi camisa, tocando mi piel y su otra mano aún ahuecaba mi mejilla.

-          Podrías… Solo… Alejarte unos minutos. – Apenas y podía hablar. Su respiración estaba agitada y apuesto a que su corazón por poco y se salía.

-          ¿Cómo? – No estaba entendiendo nada. ¿Me besaba desesperadamente y luego pedía que me alejara unos momentos? ¡Está loco!

-          Q-q-que si te puedes…. ¿Si te puedes alejar solo unos momentos? – Me lo volvió a pedir y esta vez dándome la espalda. – No sé. Ve a caminar por la cocina o algo así. Estoy... E-e-estoy f-fe… Estoy feliz.

-          Yo también estoy feliz. Estoy feliz de que estés aquí. Estoy feliz de que me hayas besado. No pidas que me aleje de ti, ahora. – Estaba a punto de llorar. En serio no entendía nada. Todo esto es muy confuso.

-          No es lo que crees, Emms. No es a eso a lo que me refiero. – Esta vez se dignó a voltear para mirarme. Me hablaba como si estuviera hablando con un bebé. Cuidando lo que me decía y el tono por miedo a que huyera o me pusiera a llorar. ¡Dios! ¡Soy tan débil!

-          ¡Entonces explícame, por favor! – Mi tono de voz ahora, había aumentado unos cuantos decibeles.

Esta vez James, no me respondió con palabras. Me respondió, pero no de forma oral exactamente. Lo que hizo cuando respondí, fue bajar su mirada hacía alguna parte de sus piernas o estómago -no estoy muy segura- y nuevamente volverla hacia arriba para encontrarse con mis ojos llenos de confusión.

-          No comprendo. – En serio no entendía nada. Una mirada no me respondía lo que quería saber.

Volvió a repetir la acción, pero esta vez más rápida y continuamente sin detenerse intentando de yo comprendiera. Como pudo notar en mi cara que no entendía nada, movió sus dos manos y señaló su entrepierna.

-          ¿Tú entrepierna? ¿Te lastima el jeans o algo así? – Sus jeans hacían notar unos hermosos músculos en sus piernas. - ¿Qué tiene que ver tu entrepierna con que quieras que me aleje de ti?

Él únicamente rodó los ojos y bajó su vista hacia un bulto ya formado en su entrepierna.

¡OH!

¡OOOOH!

¡OOOOOOOHHHHH!

¡ERA ESA CLASE DE FELICIDAD!

-          Ohhhhh…. – Fue lo único que pude decir al mismo tiempo en que mi cara se teñía de rojo.

-          ¡SÍ! – Dijo él mientras me lanzaba una risa algo pervertida. – Pero ya sabes… Si te quieres quedar aquí, cerca de mío, apuesto a que podríamos darle otra clase de uso a todos los muebles de la casa. - ¡QUE PERVERTIDO!

-          N-n-no es necesario. Ya iba subiendo – La vergüenza en mi cara, ahora era más notable. – C-creo que me voy a ir a cambiar por algo más cómodo. Siéntete como en casa.

-          ¿Te vas a ir a cambiar? – Me preguntó cuándo ya había empezado a subir las escaleras. Me volteé para verlo y bueno… MALA IDEA. Me miraba de forma en como si yo fuera una gacela y él, el león a punto de atacarme. –Sabes… Te lo advertí. Te pedí, e incluso te di tiempo para que te alejaras de mí, pero luego vienes y me menciones que te vas  a cambiar, me provocas, me instas. Y cambiar significa quitarse las ropa… - Empezó a decir y a su vez, comenzó a caminar hacia donde yo me encontraba. Me puse nerviosa. – Quedar en ropa interior, donde uno tiene completo acceso a algunas partes sensibles al cuerpo humano y tal vez, incluso hay una muy pequeña posibilidad de que también te cambies de ropa interior… - Se estaba acercando a mí con una sonrisa muuuuy traviesa. – eso significa que quedarás completamente desnuda. – Apenas terminó de decirlo, eché a correr. ÉL NO ME IBA A VER DESNUDA. ¡JAMÁS!

-          ¡ESTÁS LOCO! – Le dije casi llegando a mi habitación. Volví mi vista hacía atrás y él venía dando grande zancadas.

-          ¿Me provocas y luego huyes, Emms? Eso no es muy amable de tu parte.

*BUUM*

Y lo siguiente…

*Click*

Apenas me dio tiempo de cerrar la puerta, en su cara, y luego trancarla asegurándome de que no pudiera entrar. El simplemente reía detrás de la puerta. Pude escuchar cómo se sentaba en el suelo, posiblemente a esperarme para luego ponerme más nerviosa de lo normal.

Comencé a quitarme los zapatos y calcetines. Me deshice de la camisa y pantalón rápidamente para quedar en ropa interior. Por dicha que James no tuvo que verme en ropa interior. La que decidí ponerme hoy era como de niña. No fea, pero como de niña.

Me dirigí al baño que se encontraba dentro de mi habitación pero no sin antes agarrar un sostén y unas bragas color blanco bastante lindas del armario al lado de mi cama. Al entrar al baño, escuché a James desde la otra puerta decirme algo.

-          Emms, me voy a disecar. – Dios, era tan desesperado.

Me quité la ropa interior que ya andaba con mucha delicadeza y me coloqué el par blanco que había sacado del armario, me alboroté un poco el cabello y me lavé la cara. Miré mi reflejo en el espejo. Bueno… No era guapa, pero era linda y linda era algo, al menos. No me veía tan mal con el par de lencería blanca, de hecho hace mucho tiempo que no lo utilizaba. Lo usaba cuando me tocaba llevar vestido o ropa muy delgada, debido a que las bragas eran muy delgadas que apenas se sentían. El material de la ropa interior era perfecto, eran de encaje.

Agarré una bata de baño color champagne que colgada en la puerta del baño, me lo coloqué pero no lo cerré, lo dejé abierto. Salí del baño y me dirigí nuevamente a la puerta de mi habitación y lentamente la abrí, dejándome ver a un James sentando dándome la espalda.

Aún no me había visto.

-          En serio, duraste demasiado. Ya iba a bajar a buscar algo de comer – Empezó a decir mientras se levantaba del suelo y se empezaba a voltear. – Creo que ya mi amigo (creo que se refería a SU AMIGUITO) ya se… - SÍ, ya me miró. Simplemente se calló. No terminó de decir lo que estaba diciendo. Se me quedó viendo como estúpido. De arriba hacia abajo. Empiezo a pensar que esto fue mala idea. Una puta mala idea. ¡Ay Dios mío! ¿Ahora qué hago? Nada. Hay que ser valiente. Yo sé que puedo hacerlo. Me miró a la cara. - ¿Qué…?

ÉL QUERÍA JUGAR A ESTO.

SI ÉL QUIERE JUGAR A ESTE JUEGO, YO TAMBIÉN.

-          Nada – Me encogí de hombros inocentemente. No noté como sus ojos se habían vuelto oscuros y misteriosos hasta que viajó su mirada por todo mi cuerpo, deteniéndose un poco más de tiempo en mis piernas, y la volvía a posar en mis ojos.

-          ¿Intentas darme un paro cardiaco? – Imitó una sonrisa, nuevamente su sonrisa traviesa. Estaba a punto de hacer algo, y creo saber qué es. ¡Mierda! Ahora sí que deseo que no estuviéramos solos. Ojalá que Alice estuviera aquí o Lex, incluso la estúpida de Stacy.

Pero yo puedo.

SÉ FUERTE.

TÚ PUEDES.

-ADEMÁS, ÉL TE GUSTA-

SÍ, EL ME GUSTA.

ME GUSTA MUCHO.

Same shit, Different dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora