Capitulo 16: No me provoques.

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-              ¿Intentas darme un paro cardiaco? – Imitó una sonrisa, nuevamente su sonrisa traviesa. Estaba a punto de hacer algo, y creo saber qué es. ¡Mierda! Ahora sí que deseo que no estuviéramos solos. Ojalá que Alice estuviera aquí o Lex, incluso la estúpida de Stacy.

Pero yo puedo.

SÉ FUERTE.

TÚ PUEDES.

“-ADEMÁS, ÉL TE GUSTA-“

SÍ, EL ME GUSTA.

ME GUSTA MUCHO.

 *NARRA JAMES*

Estaba a punto de alcanzarla, pero llegó antes y cerró la puerta en mis narices. Tengo que admitir que verla llorar me partió el alma. Estaba tan asustada, parecía un corderito siendo observado por un león. Tiritaba y todo su cuerpo temblaba, y no dejaba de pedirme que la soltara, pero yo no quería. Quería que me perdonara, quería prometerle que nunca más lo volvería a hacer, pero ella no me escuchaba, sus lágrimas no dejaban de recorrer su cara y ella no dejaba de retorcerse entre mis brazos.

En el expediente que me habían proporcionado de Emma, había leído que hubo un tiempo en el que sufría de claustrofobia pero que llevaba bastante tiempo en el que no le daba ningún ataque. Me pareció muy interesante en esos momentos porque no conocía a nadie que lo sufriera y mi curiosidad era enorme, así que busqué todo tipo de información acerca de ello, incluso antes de que me escogieran para esta misión pude conocer todo tipo de cosas acerca de la enfermedad y creo que actualmente podría considerarme un especialista en esta.

Cuando sostuve a Emma y le pedía que me escuchara y que me perdonara, pude notar los síntomas de la  maldita claustrofobia volviendo, así que cuando me empujó y me gritó, no lo intenté más por miedo a que sufriera un ataque inmediato y la tuviera que llevar al hospital o algo así.

Planeaba irme a casa o incluso ir a tomar unos cuantos tragos con el imbécil de Stuart, pero no podía dejarla, necesitaba verla, ver como se encontraba, ver si se encontraba bien y así, en un abrir y cerrar de ojos estaba en su puerta, pidiendo que por favor me abriera para ver cómo se encontraba. Intenté llamarla y que me abriera por la buenas, pero no me respondió, así que acudí a la presión y ahí si cedió.

Tenía planeado que apenas me abriera, entraría rápidamente y le haría saber que lo sentía, pero que si yo le pedía algo, tenía que hacerlo y no por ser alguna clase de machista, sino porque sé lo que hago y lo que digo y todo tiene alguna razón. Pero cuando me abrió y vio mi cara de enojo y arrepentimiento, bajó su vista inmediatamente al suelo y sus lágrimas aún caían, pero silenciosamente muriendo en alguna parte del piso. Eso, verla llorando por mi culpa, verla asustada, verla con miedo e incluso verla enferma, me partió el alma. Lo único que pude hacer después de mirarla por unos segundos, fue besarla. No besarla como usualmente beso a otras muchachas, sino que la besé de una forma en la que nunca había besado a alguien. La necesitaba, necesitaba que supiera lo que ella causaba en mí.

Ella me gustaba.

Me gustaba como nunca alguien me había gustado.

Y todo esto era una puta mentira. La iba a tener pero luego la iba a perder por el afán de un puto trabajo. Soy un maldito egoísta.

La iba a destruir. Sí, la iba a destruir. Al inicio sabía en lo que me estaba metiendo, pero nunca me imaginé que me iba a topar con alguien como Emma. Ella era… única.

Estaba bastante seguro que ella podía llegar a amarme.

Tal vez podría después de que todo este alboroto pase, pueda pedirle una oportunidad.

Same shit, Different dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora