Capitulo 11: Especial *Narra James*

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-          Ves, no soy tan malo con los niños. – Dijo mientras frotaba la espaldita de Alice para hacerla calmar.

Yo solamente sonreí.

 *NARRA JAMES*

La pequeña Alice, si mal no recuerdo el nombre, había dejado de llorar poco después de que yo la tomara en mis brazos. En realidad, no estaba muy confiado de alzarla, porque honestamente no soy muy bueno con los niños, pero podía ver en la cara de Emma que estaba cansada en todo el sentido de la palabra, y la pobre Alice, si no dejaba de llorar, le iba a dar una terrible migraña. Pero por suerte sus llantos cesaron.

Emma estaba en la cocina de su casa preparando un té caliente para mí y yo estaba en la habitación de Alice con ella en mis brazos dándole la bienvenida a Morfeo. Sus párpados estaban cerrados, entonces decidí colocarla en su camita al mismo tiempo que Emma entraba con la bebida caliente.

-          Creo que ya está dormida. – Le dije a Emma dándole la espalda porque estaba arropando a una dormida Alice.

-          Sí, lo está. Muchas gracias por hacerla calmar. – Me dijo con una voz apagada y llena de cansancio mientras su cuerpo reposaba en el marco de la puerta.

-          No hay de qué. – Me sonrió en forma de agradecimiento. Quería besarla.

Tengo muy bien entendido que antes de empezar esta misión, me dejaron muy en claro que lo único que podía tener con Alice y Emma era una amistad. No una  amistad cualquiera, tenía que convertirme el mejor amigo de Emma y tener acceso a toda clase de información que sirviera para la misión. Pero el día en que la besé, todo se vino abajo. Después de que la dejé en su casa, el día de la cafetería, a los minutos recibí una llamada en la que me informaban de que casi arruino todo el plan que tenían ya montado. También me dijeron que yo no podía intentar acercarme a Emma con el pretexto de una amistad y que ahora tenía que acercarme a ella con el pretexto de alguna relación amorosa.

Yo no me iba a negar.

Ella me gustaba.

Y si iba a durar poco, yo iba a hacer que los segundos, minutos, horas, días, semanas, valieran la pena.

Empecé a acercarme a ella con mi mirada puesta en la suya, pero mi mente y acción el único punto al que le prestaban toda su atención era a esos deliciosos y rojizos labios. Al estar a unos cuantos centímetros de ella, noté como su cuerpo se tensaba a mi cercanía.

Bien. Yo la ponía nerviosa.

Eso me gusta.

Empecé a elevar mis manos para ahuecar su cara en ellas, su cara se empezó a tornar roja y su respiración entrecortada. Me estaba inclinando hacía sus labios, solo necesitaba sentirlos, saborearlos, hacerlos míos. Estaba a punto de cumplir la Odisea cuando sentí una vibración en mi bolsillo trasero.

-          Maldición. – Dije al momento en que me alejaba de Emma. Ella quedó como en un estado de blanquees por el casi tacto de nuestros labios.

Tomé el maldito celular con la intención de ignorar la llamada para regresar toda mi atención a donde debería de estar. En la boca de Emma. Pero cuando en el identificador de llamada me salió el nombre del emisor de la llamada, no dudé en descolgarla.

-          Aló? – Fue lo único que dije, quería sonar casual y no levantar alguna clase de sospecha que Emma pudiera descubrir para no ver interrumpida la misión.

-          Estúpido, donde estás? Que sientes en la mente? No puedes estar en la casa de ella, tú sabes muy bien que si el jefe se da cuenta, te va a cortar los pocos huevos que te quedan. – Estaba alterado. Era Stuart. Stuart era mi compañero y mejor amigo. Trabajábamos juntos en la misma misión, para la misma persona y con el mismo objetivo, solamente que él era el de tecnología y yo era el verbo de todo.

-          No lo haré.

-          Ella está cerca de ti, verdad? Yo sé que es un tremendo y con decir tremendo me refiero a TREMENDO espécimen de mujer, pero necesitas venir para que no causes ninguna clase de idiotez que ponga en peligro nuestro trabajo.

-          Si, entiendo. Comprendo que es urgente y que necesitas que esté ahí lo antes posible. –Sabia que Emma estaba escuchando, asi que necesitaba una excusa para salir de ahí sin que Emma supiera a donde me dirigiría. No me quería ir. Ella y yo teníamos algo pendiente. Pero por el bien de todos y el mío, necesitaba salir de ahí ya mismo. – Ya mismo voy saliendo.

Noté como Emma recobraba la compostura y salía de la habitación aún con la taza de té intacta. Colgué el celular y la seguí, al llegar a la cocina, Emma vertía el té en el fregadero y empezaba a lavar la taza en donde se encontraba el té.

-          Lo siento mucho, Emma. Me acaban de llamar que tengo que atender una situación.

-          Tranquilo. – Me lanzó una sonrisa forzaba y volvió a su acción de antes. – Yo entiendo.

-          Buenas noches. – Fue lo último que dije.

Salí de la casa, me monté en mi automóvil y me dirigí a la agencia. Al llegar, parqueé mi automóvil donde siempre lo hago. Uno no pensaría lo que hay aquí, de hecho ni se imaginan lo que se encuentra aquí. Es un lugar, más bien un callejón y para decir verdad, bastante tenebroso, con botes de basura a los lados, cartones a la orilla de las paredes y estas repletas de moho pero no es el callejón lo importante, es lo que hay después de este.

Me dirijo al final del callejón hasta topar con una puerta que indica que no hay más lugar al que caminar, levanto mi mirada y noto una diminuta camarita que se está enfocando a mi persona. Sonrío y luego le saco el dedo del centro a mi estúpido amigo y compañero. Levanto mi mano hacia uno de los ladrillos que está quebrados, meto los dedos en la hendija y halo con la intención de sacarlo aunque sé muy bien que es imposible. Inmediatamente lo que era el final del callejón, la pared de ladrillos, se empezó a deslizar como si fuera un portón eléctrico. Esperé a que estuviera completamente abierto, iba a empezar mi camino hacia dentro pero un estúpido ser humano se apareció frente a mí.

-          Imbécil. – Dijo dándome un golpe en la cabeza. Stuart.

-          Si no quieres que te corte los huevos, no me vuelvas a pegar. – Dije amenazante.

-       Eh, al que le van a cortar los huevos si sigue a cómo va, es a ti. – Bien, ahora se estaba burlando de mí.

-          Cállate, feto de lagarto.

-          Incesto de mono.

-          Cara de mierda. – Me defendí.

-          Travesti. – Se defendió.

-          Zorra.

-          Puta bara… - Stuart se quedó con la palabra en la boca porqué fue interrumpido.

-          Callen ustedes dos, niños. Y vamos a trabajar. – Dijo Karla. Karla era nuestra compañera de trabajo. Hay que ser honestos, la tía es una rica. Ella está a cargo de los computadores e información pero de vez en cuando la ponen en acción. Creo en lo más profundo de mí ser que Stuart está enamorado de ella, pero lo entiendo, la tía está como quiere. Estaba tan concentrado en verle el trasero moverse dentro de esa tallada falda negra cuando se dio la vuelta que lo único que me interrumpió fue un golpe en el brazo.

-          Deja de verle el trasero. – Me dijo Stuart algo enfadado.

-          Deja de pegarme. – Dije frotándome el lugar en donde me había pegado. – Además, los ojos son para ver.

-          Oh, cierto, los ojos son para ver. Apuesto a que Emma se tiene un delicioso trasero. – Maldito.

-          No te atrevas. – Lo amenacé.

-          Apuesto a que está apenas para ser nalgueado.

-          Si te llegas a atrever, Stuart. Te cortaré las manos. – Estaba enfadado. Fue lo último que le dije porque después me dirigí a donde se había ido Karla.

A mis espaldas podía escuchar las risas de burla del estúpido de Stuart. 

Same shit, Different dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora