—Ya vámonos Kook, se nos hace tarde.—Tae apareció en la escalera y caminó hacia mi.
—Está bien.—gruñí—Por cierto ¿qué es eso que tienes en la mejilla? ¿es un golpe?—tomé su cara para ver mejor pero él sacó mi mano con un movimiento rápido.
—Ah, si, bueno, en la mañana me golpeé con el velador y, pues, quedó así, supongo...—se encogió de hombros y miró el suelo.
—Vale—fruncí el ceño—Ya, vamos.
Salimos de la casa y nos fuimos caminando a un paso apurado ya que el colegio nos quedaba a unas buenas cuadras. Casi al llegar Tae se detuvo de golpe y chilló como una nena.
—JungKook, JungKook, ahí esta Hoseok hyung, ¡ay que me da algo!
Rodé los ojos y seguí caminando.
—¡JungKook! Es tan lindo, míralo—tiró de la manga de mi chaqueta para que voltease. Miré y seguí caminando.
—Si, si. Muy guapo.
—Iré a saludarlo—se separó de mi y caminó de una forma extraña hacia el chico. No alcanzó a llegar porque se giró en sus talones y llegó a mi corriendo.
—Joder, no—alargó las “o”—Es amigo de Jimin—se hiperventiló—Es amigo de ese enano y no sabía—puso cara de drama y apuntó a donde estaba Hoseok, y efectivamente, estaban entablando una animada conversación en las entradas del colegio.
—Entonces anda a saludar a Jimin y de paso saludas al otro—recomendé.
—¡Estás loco! Jimin se dará cuenta de que gusta—colocó sus manos en sus mejillas imitando la popular pintura de Edvard Munch, “El Grito”.
—Taehyung, sólo lo vas a saludar—lo miré incrédulo. El chico ese lo ponía mal, y en cierta parte me molestaba un montón. Lo único que quería hacer era tomarlo del brazo y entrarlo al aula de una vez por todas.
—Es cierto—una de sus peculiares sonrisas se posó en su rostro—Voy.
Justo cuando iba a retomar el recorrido sonó la campana para entrar a clases. Se giró hacia mi con desgano.
—Para la otra será Tae—solté una carcajada. Era mejor así.
***
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