CAPITULO 30 SOLOS TÚ Y YO

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SEGUNDA PARTE

- Ulqui

Él la voltea a mirar

- gracias – sonríe

- No tienes por qué darme las gracias – se acerca. Acariciando delicadamente la mejilla de la joven – solo quiero que seas feliz

Con un evidente sonrojo en su rostro Orihime tomo aire para decir lo que su corazón siente.

- Ulquiorra...si no fueras aparecido en mi vida no hubiera vuelto a creer en el amor. No importa las circunstancia como nos conocimos y como nos volvimos a encontrar, solo sé que desde la primera vez que te vi no te pude sacar de mis pensamientos – toma la mano del pelinegro con ternura y la acerca a sus labios – sé que es poco tiempo pero quiero que sepas... que te quiero Ulquiorra y yo también quiero hacerte feliz

- Mujer soy feliz por saber que me quieres – la abraza – yo también te quiero, mi orihime y no sabes cuánto.

El la rodeo por la cintura y la atrajo hacia él, sus cuerpos estaban ahora más unidos. Ulquiorra introdujo los dedos en su pelo con el pulgar le acaricio la sien, a orihime le temblaban las piernas, no sabía si era por excitación o por miedo. Estaba confundida. La intensidad de los sentimientos la impedían pensar con claridad.

Recordó el primer beso que se dieron en el parque, todo había sido perfecto.

- ¡Bésame! – susurro. Necesitaba volver a sentir esa sensación que invadió su cuerpo.

Por un momento los ojos masculinos se oscurecieron con emociones traviesas, después sus labios se unieron a los de ella, en un beso cálido y salvaje a la vez. Parecía como si con ello quisiera destruir cualquier barrera que pudiera separarlos.

El la acaricia con deseo, con necesidad, con amor...parecía como si aquello fuera un sueño. Necesitaba comprobar que todo era real.

En un instante de lucidez, orihime pensó que era una locura lo que estaba sucediendo. Pero de algo si estaba segura, de esta noche deseaba entregarse a él, que sea él el primero que la tocara, que la hiciera sentir mujer y que la amara sin medidas.

Ya no era niña, era mujer que sentía amor, lujuria y pasión. Ahora tenía al sujeto que despertaba sus más bajos instintos, pegado contra su cuerpo y podía sentir la dura masculinidad. La estaba devorando con su boca una y otra vez. Lo necesitaba, deseaba sentirlo dentro.

Él empezó a subir sus manos y a meterlas poco a poco por debajo de la blusa de ella pasando por su espalda llegando al hasta el inicio de su busto y bajando nuevamente acariciando con timidez.

Rompió el beso, lentamente paso a su oreja su lóbulo mientras susurraba unas palabras.

- Te deseo – dijo el joven de ojos esmeralda

Ella se estremeció y mordió su labio inferior al oír semejante palabra, estuvo a punto de decir que ella también lo deseaba que quería ser solamente de él, pero prefirió que sus acciones hablaran. Ella empezó a succionar y lamer el cuello del joven.

- Orihime - la menciono

Subió su mano de la cadera de la mujer hasta el inicio de su ropa y poco a poco la fue despojándola de la blusa floreada que tenía, al terminar de quitarle la blusa pudo ver los dos grandes bultos perfectamente formados. Le gustaba verla, amaba el cuerpo de la joven. Hábilmente metió su mano por encima del sujetador comenzando a masajear su pecho, mientras su boca volvía a besarla fervientemente y su otra mano bajaba para tocar su firme trasero acercándola más a él para sentir su calor.

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