Capítulo 16

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(Mediados de Julio del año 1945)

-Tienes que esconderte Emma - me agarraba fuerte por los hombros, zarandeándome - Por favor, tienes que irte... y lo sabes.

-No Steve, no puedo hacerlo. No puedo simplemente irme, sin mirar atrás, dejándote aquí solo, prometí que estaría contigo hasta el final, y eso voy a hacer - trataba con todas mis fuerzas de parecer lo suficientemente segura, pero la verdad era que no lo estaba, en realidad el terror se apoderaba de mí poco a poco.

-Emma, soy yo quien tiene que protegerte, se lo he prometido a tus padres, me lo he prometido a mí mismo... Lo que le ocurrió a Buck... - se le cortó la voz, y yo noté como un espeso nudo se formaba en mi garganta, no permitiendo que la saliva fluyera de forma normal. Recordando el dolor... - No quiero perderte a ti también, no puedo perderte - cogió mi rostro entre sus manos, acunándolo, limpiando las lágrimas que bajaban silenciosas por mis mejillas - por favor, entiéndelo - besó mi frente.

-¿Y si te ocurre algo a ti? ¿A caso eso no importa?

-No, no importa, no tanto como lo que te pudiera llegar a pasar a ti... Ahora... por favor, coge ese tren, estarás a salvo, y yo estaré más tranquilo sabiendo que no te ocurrirá nada... - en sus ojos azules estaba reflejado el miedo, y eso no me dejaba más tranquila.

-Está bien... Pero por favor... Por favor que no te pase nada - lo abracé fuerte, temiendo perderle a él también. Asintió con el ceño fruncido y los ojos vidriosos.

Subí al tren, no sin antes mirar en su dirección, la tristeza se apoderó de pronto de la estación, y pude sentir como otra pesada losa caía sobre mis hombros, causando que me sintiera todavía más agotada. Desde la distancia pude ver como las lágrimas manchaban el rostro de mi mejor amigo.

Aspiré, tomando todo el valor que no tenía; subiéndome al tren, dejando atrás todo lo que realmente me importaba, todo lo que algún día me había importado.

Cuando ya me encontraba sentada en el sillón del tren, junto a la pequeña ventana, pude ver como poco a poco los copos de nieve, que caían de forma perezosa, ajenos a todo el dolor que allí había; cubrían el suelo, volviéndolo de un blanco tan puro que casi me transmitía paz.

No tardé en quedarme dormida, estaba demasiado cansada, y en cuanto logré encontrar una postura lo suficientemente cómoda, el sueño pudo conmigo y me hundí en un profundo sueño, casi reparador.

***

La fuerte sirena que había emitido el tren me sacó de mi sueño, provocando que en un primer momento me sintiera deshubicada, sin saber con certeza donde me encontraba, ni lo que estaba ocurriendo. Solo cuando estuve lo suficientemente despejada los recuerdos azotaron mi mente con fuerza, casi dejándome aturdida.

Bajé del tren, no sabía exactamente donde me encontraba, cogí la pequeña mochila que traía y caminé hasta el centro del largo pasillo concurrido de gente. Entre ellos destacaban los soldados y las campesinas. Campesinas...

-Usted debe de ser la señorita Sullyvan, ¿verdad? - me giré, para así encontrarme con un hombre alto y corpulento, con la piel morena de haber trabajado bajo el sol. Junto a él se encontraba una joven, no mucho mayor que yo, de cabello castaño bien peinado y recogido, oculto bajo un elegante sombrero, que combinaba a la perfección con el vestido y los zapatos que llevaba puestos.

-Sí, soy yo. ¿Y usted es...?

-Frederick Finch, soy en dueño de la granja en la que usted y la señorita Morell trabajaréis, junto con las demás campesinas, por supuesto.

Wintry ShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora