Entre los cantares del Anonimato

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I:


Había el silencio pisado mis pensares, dudas varias acosaban mis ideas, cuestionar todo sobre mi, reformularme preguntas, conversarme sobre todo y nada entenderme.


Había soledad, dentro de mi habitaba la compañia mas lejana, la emoción del no sentir, sentir de forma gradual como amor, tristeza y melancolía. El recuerdo era nulo ya que somo tenía memorias insipidas e incoloras a grises mi mundo se tornaba cada ves que en mis días el mismo tiempo pasaba, hasta poética era mi manera de morir, morir de ansiedad, eran días turbios dentro de mi tranquilidad, es decir, solo hallaba el deseo de tener alguien, caminar de la mano, conversar bajo lluvia mientras mi brazo abriga su espalda, mirarse con muecas y reírnos... En fin mi rostro solo sabe estar inerte ante todo.


II:


Los árboles lloraban, lluvias y niebla sacudian los valles, pasaba el día caminando kilómetros hacia mi casa, el bus no andaba en días lluviosos menos los transportes pequeños, en medio del pasaje los colores mas llamativos eran los granos del café y el celeste. Celeste. Ojos, celestes , caminar perfecto, nunca el café y el celeste habían combinado tan perfectamente en un Circe de miradas que me llevaba al los suburbios de mi mas oscuro rincón de la mente, era el tiempo, rogando esperarme, era el cielo envidiado sus ojos, la vida queriendo acabarse a su lado, la muerte comsediendome las ganas de vivir.


III:


En sus ojos el cielo y en sus labios la armonía del adios, carajo, una vida entera se consumía en ella, como quemar papel o ver marchitarse las ojas, no podía dejarla pasar, se marchaba sin conocerme ni yo a ella, y quizá estábamos hechos para pensarnos mas que para vivirnos. No, ni madres, ni si quiera por el afán de los nervios, yo le hablaria, y sabira su nombre.


-OYE!!

Exclame en todo el mercado, mierda, que me ocurre.

Me acerque y dije:

-Usted, digo, tu..?

-Si?

-ah? Si?, oh si si si, note que pasaba, perdón que pasabas, y sus ojos y los mios, digo, nuestros ojos, se cruzaron en el tiempo como dos casualidades... Disculpa. Adiós.

-Eres pendejo?.

-Disculpa?

-Es broma andas nervioso, si te note, eres el que reparte fruta?

-publico arte.

-arte, si, hablame de esa arte, ven, sigueme..

-a donde quieras...

-ok... Vamos pues


Era un imbecil, el trato de usted, hacia ella, ers...., era, lo indicado para dirigirme a tal señorita.


-Y bien, Cuéntame

-oh si, arte, yo escribo una que otra estupidez por ahí.

-así lo llamas ahora?

-es que es completamente vanal, somo escribo sobre usted, antes de conocerla claro, mi imaginación no era capaz de imaginar semejante belleza, ni mucho menos crei que existiese alguien con quien charlar mas de 10 min, en fin, crei que era invisible .

-Ya veo, eres un sujeto con clase y tinta.(sonrio)


Ella era mi arte, aunque yo nunca la escribi asi, ella acomodo todo asu gusto.


-Llevo el don de no olvidar, y la maldición de recordar lo aun no vivido.

-Entonces nunca me olvidaras(me miro fijo)

-La recuerdo tal y como pensé que lo haría.

-Eres tierno, me acompañas a esperar el tren?

-El que llega a media noche?

-cual mas?

-a esperar entonces(sonreí como si nunca dejara de hacerlo)


IV:


Llegando el tren , se despidió y en un acto al entrar volteo y sus ojos se abrieron de lo sorprendida, ahí partia, en sus labios la armonía del adios, mis ojos el sufrir de su adios y la armonía estaba la desesperación del nunca mas.


V:


Ahora en la estación me encuentro todos los días de 6 am hasta las 11 pm, duermo un horas y como dos veces al dia, escribo casi siempre a usted, quien espero vuelca un día.


Columpios oxidados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora