Eran mis pasos a ciegas, mi viaje era diario, mismos lugares, a veces nuevos caminos en donde yo creía estarias, lugares a tu nivel de persona, lugares varios, lugares exquisitos, centros comerciales parecidos en categoría, visitaba a diario aquella tienda donde cruzamos miradas, todos los días comía o tomaba un café en el restaurante de una esquina, odia comer ahí, detestaba sentarme en ese lugar, pero desde ahí podía ver todo al mismo tiempo, y lo hacía por ti, también caminaba una que otra tarde por los parques cercanos ahi, a ver si aparecias quizá por un helado o que se yo, solo para respirar el olor a césped y madera húmeda.
Habían días lluvios, salia con una polera extra, por si te veía y no tenias nada que te abrigara, habían días donde me perdía entre las amplias calles solo por mi capricho de buscarte, días en los que conversaba conmigo y me preguntaba hasta cundo iba a dejar de buscaete, me preguntaba si estaba agotado o cansado de la rutina, y no, no lo estaba, es mas yo podía hacerlo hasta aunque sea verte a lo lejos y volverte a perder de vista por que así sabre que paras por donde yo busco.
Días, noches, tardes y hasta amanecidas matando suela, con una mochila portando un par de jugos de mango, un abrigo y dinero extra para un taxi por si se te hace tarde, es estúpido asumir que hablaremos horas, y mas estúpido es creer que te encontraré, pero aun porto ilusiones y sentimientos, tengo todas las ganas de volverte a ver, y estar dispuesto a perderte tan sólo por el lujo de decirte que siempre te esperaré.
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Columpios oxidados
RomancePequeños relatos nacen cuando el mas frío recuerdo es olvidado por tan sólo recordar que existió.