Capítulo 26

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*

Cierto reloj comienza hacer un pitido molesto que hace que me den ganas de meterlo dentro de un vaso con agua. ¿En que bendito momento se le ocurrió a Thomas hacer que su reloj suene cada doce horas? 

El brazo donde lleva el reloj es con el que me tiene abrazada, aprovecho eso y comienzo a presionar los botones a lo menso, alguno de esos hará que se callé. Él fue quien puso esa maldita alarma y yo soy la que se despierta, ya no entiendo a este mundo de locos. 

Ya que no da señales de que se vaya a levantar si aunque le echen una bomba, y yo tengo mucha hambre, me levanto con toda la intención de despertarlo. Saco un conjunto de ropa limpia de la caja y peino mi cabello en mi típica trenza, ato bien los cordones de mis botas, me coloco la pechera que suelo usar al ir al Laberinto y tomo mis armas de costumbre. Antes de irme le doy una ultima mirada a mi novio que continua dormido como si jamás hubiera hecho el mayor ruido. 

Quisiera tener su sueño a veces. 

Entro a hurtadillas a la cocina, Sarten debió dejar algo por aquí. Abro el refrigerador con la esperanza de encontrar algo que sea rápido de robar. 

—¿Se te perdió algo? —preguntan a mis espaldas. 

Del susto doy un brinco haciendo que mi cabeza choque contra el refrigerador. 

—Sarten, te pondré una campanita —sobo mi mayugada cabeza. 

—Algo me dice que no has aprendido la lección. Angie, deja de robarme comida —cruza sus brazos. 

—No puedo dejar de hacerlo si continuas dándonos avena en el desayuno y la cena —objeto, extendiendo los brazos para que mi punto quede más claro.  

Suspira cansado. Tengo un punto a mi favor: que mejoré la comida y yo dejo de venir y llevarme comida. De un recoveco saca un plato con huevos revueltos y tocino. 

—Ten —extiende el plato en mi dirección. Dudo en si tomarlo o no, al final de cuentas es Sarten, que tal que me haya echado una purga o algo—. Te prepare desayunos como este y cenas más apetitosas si dejas de venir a robar. ¿Tenemos un trato?

Chasqueo la lengua. Suena tentador el trato, salimos ganando ambos, más él creo. No puedo prometer que no volveré a entrar algún día por una cosa, pero debo darle a entender que no volveré hacerlo al menos hasta que baje la guardia y vuelva a darme avena como a los demás. 

—Hecho —acepto, tomando aquel manjar entre mis manos. 

Tomo asiento en la mesa más cercana, me tomo mi tiempo para deleitarme con este platillo que raramente le quedo delicioso. Los habitantes comienzan a llegar en el momento que estoy casi lambiendo el plato. ¡JA! ellos comerán avena. 

Vuelvo a entrar a la cocina para lavar mi plato e ir por mi mochila y mi novio. 

—¿Sabes si Thomas ya despertó? 

—No soy su niñera. Debe seguir durmiendo —encojo los hombros. 

—Esta bien. Es que como vi que entro a tu cabaña anoche, por eso pensé que lo sabrías —comenta distraído. 

Shuck, hay testigos. Para no tener que explicarle a Newt que necesitamos un cocinero nuevo, mejor me retiro antes de que lo termine arrojando por la ventana. Regreso a la cabaña donde espero que Thomas ya se encuentre despierto. 

La escena frente a mi es tan tierna que si tuviese una cámara le sacaría una foto. Tiene la boca levemente abierta y esta balbuceando algo que no logro entender bien. 

—¿Tommy? —acaricio su cabello—. Anda, despierta. 

—Déjame dormir —lloriquea cubriéndose hasta la cabeza con la sabana. 

Siempre Te Recordaré (EDITANDO) #JUNTOS1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora