Capítulo 1 "Llegada imprevista"

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"RANCHO ESPERANZA" MULTIMEDIA



 Mi cabeza dolía al punto que la sentía latir, lleve una mano allí quejándome en voz baja. Abrí mis ojos lentamente viendo a mí alrededor, al parecer estoy en un cuarto muy lindo de color celeste, tiene muebles en color beige claro y estoy sobre una gran cama de dos plazas muy cómoda. El lugar era hermoso, pero solo sentí preocupación y miedo.

 ¿Dónde estoy? No conozco este lugar.

 Trate de incorporarme pero mi cuerpo protesto y me deje caer nuevamente en la cama, lleve mi mano hacia mi gran panza de cinco meses, la acaricie en forma circular.

- Hola bebe, no te asustes mami esta acá.

 Estaba mirando hacia mi bebito pero la persona entrando por la puerta me desconcentro. Al levantar mi vista pude observa a una mujer ya mayor, de pelo castaño con canas que le quedaban muy bien, y un gran cuerpo para tener canas.

 Creía que las personas viejas tenían canas, pero a pesar de unas arruguitas en sus ojos parece joven.

- Oh querida ya despertaste, nos tenías preocupados – La mujer me sonrió tranquilamente, todo mi cuerpo se relajo y empezaba a descontracturarse.

- ¿Dónde estoy? – Pregunte en voz baja y manteniendo abrazada mi panza.

- Estas en el gran "Rancho Esperanza" – Me sonrió - ¿Lo conoces o escuchaste hablar sobre este lugar? – Yo negué con la cabeza – Esta bien, llamare al médico está esperando fuera – Se dio media vuelta, abrió la puerta y grito a todo pulmón - ¡Billy! ¡Mueve tu trasero aquí! – Creo que perdí parte de mi audición.

 La mujer se sentó en una esquina de la cama sonriéndome y por la puerta entraban dos hombres, uno de ellos era alto con cabellos castaños al igual que sus ojos; el otro hombre era un anciano, tenia arrugas no en exceso, su cabello era blanco y poseía unos ojos celestes que eran capaces de analizarte y ponerte los pelos de punta de los nervios.

- Hola pequeña ¿Cómo te sientes? – Me pregunto el castaño.

- Mejor, me duele la cabeza – Mi habilidad no era mentir, nunca lo hago bien, juro que lo intento a veces pero parezco una actriz de novela barata.

- A ver déjame revisarte, por cierto yo soy doctor y me llamo Billy – Me sonrió mostrando su fila de dientes blanquecinos - ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Kassia.

- ¿Te acuerdas como llegaste aquí o que paso? – Negué con mi cabeza sintiéndome avergonzada, cómo no me iba a acordar, soy una atolondrada – No te preocupes, es normal después de todo Amanda me conto que te desmayaste, seguramente producto del calor.

- Sí, íbamos con la camioneta por la carretera y estabas tirada en medio, nos llevamos un buen susto, no se encuentran presuntos cadáveres seguidos – La mujer creo que se llama Amanda reía – Es broma no hay cadáveres.

- Tengo que reprenderte seriamente – Me miro haciendo cara de enojado el doctor – No puedes caminar con 45°C en plena ruta de tierra y sin protección. 

- Si niña fue muy peligroso – Me dijo Amanda – Mira si no te veíamos.

- Pudo ser peligroso para el bebé, así que vas a tener que hacer reposo e hidratarte pero primero te haré unas pequeñas pruebas. 

 El doctor Billy saco una pequeña linterna y apunto a mis ojos, también me vio la boca, me pregunto sobre mi bebé y cosas de rutina. Estaba preocupada por mi bebé, si algo le pasa nunca me lo perdonaría, jamás. Cuando término y anotaba cosas en una libreta, pude observar al hombre mayor que ni hablo, me miraba como expectante y parecía que me podía ver completa, digo de una forma especial casi espiritual diría. Estas cosas me las enseñaron cuando estuve en el micro de almas, una larga historia.

- Bueno no hay nada serio, pero como dije reposo ¿Tienes hogar cerca? – Yo lo mire y negué con mi cabeza - ¿Una familiar? ¿Amigos? ¿Alguien quien visitar? – Yo negué a todas aquellas preguntas – Entonces ¿Que hacías caminando sola?

- Soy mochilera, viajo a pie – Vi mi mochila de viaje a un costado de la cama y todos la observaron atentamente.

- ¿Sola? Una chica embarazada, sola y mochilera – Yo asentí a su afirmación dándole la razón – Eso es muy peligroso y no tienes casa ni familiares, amigos o conocidos.

- A nadie, solo yo y mi bebé – Vi su cara de preocupación y me conmovió su amabilidad – No se preocupen, estoy bien me iré y acampare al lado del camino, perdón por las molestias y gracias por todo – Agradecí y me dispuse a levantarme de la cómoda cama, como extraño las camas.

- Tú no te vas – Me sorprendí al notar una voz desconocida para mi, pude ver que provenía del hombre canoso que no había hablado – Me llamo Emilio, no te marcharas a ninguna parte – Se levanto de la silla donde se encontraba sentado y se dirigió a la puerta – Si no tienes donde ir te quedas, Amanda se ocupara de todo y podrás cuidar de tu salud – Sin más se fue, dejándome con la palabra en la boca.

- Bueno parece que te quedaras un largo tiempo.



Creo que me entro una mosca a la boca.




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