Hay veces en las que deseas escapar, correr y esconderte.
Y eso fue lo que ella hizo, huyo del mal que ponía en peligro no solo a ella, también a su bebé no nacido.
Kassia está embarazada, en una relación enfermiza, golpes y violencia es lo que...
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Mi pequeño ya es todo un muchachito, esta semana cumple los 10 años, es igual a su madre con cabellos rojizos y sonrisa compradora, tiene otros rasgos que desconozco por no saber cómo era físicamente su padre, pero eso no importo jamás, él sabe que yo no soy su padre biológico, le contamos que lo cuidadosamente sobre su padre y mi hombrecito lo entendió, Kassia le sigue recordando cuando pregunta como era su padre, hasta yo me hago la imagen mental. Igualmente es mi hijo, mi niño.
Fue un caos mudarnos con el pequeño cuando era un bebé, tarde en terminar de reconstruir la casa, pero cuando lo logre lleve la boda a cabo, nunca olvidaría lo hermosa que estaba mi ángel ese día, el mejor de mi vida después de ver a mis niños nacer.
La luna de miel fue en esta casa, ella no sabía ni que era nuestra, como me reí cuando vi su cara de sorpresa al decirle que aquí criaríamos a todos nuestros hijos, porque quiero muchos, eso es algo que hable con ella y lo decidimos a su tiempo.
Podía ver a mis niños venir corriendo hacia mí.
- ¡PAPI, PAPI, PAPI! ¡UPA!
- Vamos ven.
Me puse de rodillas para atraparla y alzarla pero mi pequeña cayó de bruces boca abajo, para escuchar su llanto.
- Tranquila no llores no paso nada, ves no hay ñaña.
Fui hasta mi bebé y la abrace mientras la balanceaba.
- Ya paso bebé – Me aleje de ella – Haber vueltita haber si hay ñaña – Ella dio una vuelta despacito con un tierno puchero que me hace acordar al de mi ángel – Ves no te paso nada, esa es mi Miranda.
- Etoy Fuelte.
- Claro que si mi Miri.
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Mi pequeña tenía 7 años, le cuesta pronunciar las "S" y las "R" lo cual nos causa mucha gracia, pero Billy nos advirtió que si continúa así hasta los 9 tendría que llevarla a un especialista, igual mi Miranda de a poco va aprendiendo a hablar mejor. Su nombre lo eligió Kassia, me sorprendió mucho y la ame aun más, si eso es posible.
Cargando a Miri y con Juan a mi lado entramos a la casa, se olía algo quemado.
- ¿Ángel?
- ¡Aquí! - Seguí su voz hasta la cocina, mucho humo salía de una sartén.
- ¿Qué paso?
- Estaba cocinando cuando tu hermoso bebé me mando a vomitar todo y se me quemaron las tortitas – Decía llorando y limpiando la sartén.
Mi Kassia estaba embarazada, vamos por el tercer bebé.
Pasa que este embarazo la tiene híper sensible y muy mal ya que vomita, duerme mal. Eso nos pone mal a todos, odiamos verla sufrir. Cuando Juan tenía 4 años y una película hizo llorar a Kassia el saco el DVD y lo rompió en dos, lo retamos y lloro como nunca, su respuesta fue que era una peli mala que le hacía ñaña a su mami, todavía me rio de eso, ellos llaman ñaña a lastimar y se los enseño mi ángel, desde ello no dejan de decirlo.
- Toltitas mala – Hizo un puchero Miri – No la quielo – Dijo mientras la dejaba bajar y corría a abrazar la pierna de su mami.
- Amor, deja que yo haga eso.
- ¡No! Tengo que limpiar y cocinar y...
- Y nada mi vida – Me hacer a ella sin pisar a Miri, le saque cuidadosamente las cosas de las manos y la bese – Yo termino y tu alimenta a estos glotones.
- Qué asco papá, no se beben aquí – Dijo mi niño.
- Que lomantico – Dijo Miri.
- Está bien – Me dijo mi ángel riendo a mi seño fruncido.
Me preocupa bastante que Miranda piense en los besos como algo romántico, es pequeña, tiene que pensar que son feos como Juan, no sé qué hacer, así tendrá un noviecito y... Nunca mi bebé se va a casar a los treinta.
Sin perder más tiempo hice mas tortitas con la masa que quedaba, que era mucha por cierto, mi Kassia está demasiado sentimental.
Con el pasar del tiempo logre remontar este pequeño rancho y me va muy bien, lo suficiente para poder mantener a mi familia con comodidades, dejamos el pasado atrás para vivir en el presente, uno tornado de amor.
Alguien me abraza por detrás y por la presión de cierta pancita sé quién es.
- Amor estas cariñosa.
- Si – Me dijo mientras besaba mi cuello y me causaba mil sensaciones – Sabes ¿Te digo algo?
- Dime – dije riendo.
- Te amo muchísimo.
- Me lo dices siempre – Me gire a ella y la tome de la cintura - ¿Qué tal si me lo demuestras?
Y nos fundimos en un beso.
Nuestros corazones como uno solo.
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