La amistad muerta

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Lenoder ya había estado en el reino de Idirian bastante tiempo. Allí los elfos le enseñaron a usar su daga y el manejo del arco aunque, el arco era algo que Lenoder se negaba usar. Simplemente porque no le gustaba. Lenoder no hizo amigos en la ciudad, no fue como en el campamento orco, con el único que hablaba era Idirian. Lenoder quería conocer con un elfo con una oreja cortada, el cuál era un arquero en el ejército de Idirian. Lo que pasaba es que ese arquero llamado Sligma era esquivo y no hablaba con nadie. Solo obedecía las órdenes de su general en las luchas, se alimentaba y entrenaba.

Una noche como otra cualquiera Lenoder estaba en los aposentos de Idirian.

·¿Cuándo podré ir a las batallas?

-Cuando estés preparado.

·He entrenado mucho estoy preparado desde hace semanas. Tu mismo dijiste que aprendía rápido. Ya he aprendido lo suficiente para luchar.

-Debes seguir entrenado Lenoder.

·¿Para qué?

-¿Quieres que sea sincero?

·Sí, por favor.

-Para mantenerte entretenido. Dejé que tu madre muriese no puedo hacerte eso a ti. Una gran batalla se avecina Ruthiel enviará a su ejército.

·Hay batallas todos los días en el bosque muerto. Vosotros, Ruthiel y tú, el envía unos guerreros y tu envías otros, se encuentran en el medio de los reinos y luchan. Esa gran batalla que se avecina no tiene que acabar mal, si tu envías a todo tu ejército incluido a ti. Ruthiel perderá no podrá   hacer nada será un ataque sorpresa y acabaremos con él de una vez. Deja de huir.

-Tienes razón, está misma noche lucharé. Podemos ganar. Pero tengo que hacerlo bien. Lenoder busca mi espada en el fondo de la habitación tras las cortinas.

Lenoder fue hasta el fondo de la habitación y buscó la espada del Rey Idirian, pero no la encontró.

·Señor, aquí no veo ninguna espada.

Idirian cerro la puerta y cerro bajo llave.

-No permitiré que mueras.

Lenoder fue hasta la ventana la abrió y aunque estaba a mucha altura atravesó la ventana y se sujetó a ella desde fuera. Su plan era bajar poco a poco pero, por desgracia no logró sujetarse bien y cayó, se golpeó una ven en la espalda y luego noto algo suave. No llegó a tocar el suelo ni a morir ya que le había salvado su gran amigo, Castaña.

Lenoder volvió a entrar en el castillo y cogió su daga y su escudo. Entonces siguió volando hasta llegar al bosque muerto, allí encontró cadáveres de guerreros de Ruthiel y otros de Idirian. Idirian y su ejército había atravesado el bosque muerto. Lenoder montado en Castaña voló hasta el castillo de Ruthiel. Pero lo que encontró allí no fue lo que esperaba, muchos guerreros de Idirian habían muerto antes de atravesar la muralla. El general de los arqueros había muerto y Sligma era el que los dirigía e Idirian luchaba contra ellos y buscaba al gran Ruthiel.

·Bien, Castaña baja no te alejes, pero no te entrometas. Tu no tienes ni que estar aquí si no quieres.

Castaña bajó a Lenoder y luchó junto a unos guerreros. Entró en la ciudad y buscó a Idirian. Uso su daga tan bien como su escudo y siguió a uno que sabía dirigir.

-No podéis matar a todos no creó que todos los que vivan aquí sean tan asesinos.

Lenoder sabía que tenía razón, así que solo mataba a los civiles que también atacaban al ejército de Idirian.

Entró en el castillo y en el vestíbulo luchaban Idirian contra Ruthiel a su alrededor luchaban guerreros de los dos bandos Lenoder se unió a la batalla.

-Ya era hora de atacar. Estuve mucho tiempo esperando todos los días he estado preparado para está batalla. Pero tu Idirian has tardado mucho en venir a por mi. Está claro que tu no has tenido la iniciativa de venir. ¿ Quién tuvo esa iniciativa?

-Fui yo. No podía esconderme más.

-No es cierto Idirian.

Ruthiel logró sacar la espada de Idirian con la suya y clavo su espada en el pecho de Idirian. Idirian estaba en el suelo y Ruthiel le iba a volver a atravesar con la espada, pero Lenoder golpeó a Ruthiel con el escudo.

-Lenoder no. (Dijo Idirian antes de quedar desmayado.)

Lenoder le clavó a Ruthiel la daga en la rodilla y la sacó rápidamente.

-Esa daga le pertenecía a una fuerte guerrera. A la cuál maté tras una larga y costosa pelea.

·¿Qué? ¡Tú mataste a mi madre!

El mensajero de las leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora