Mandrak

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Ménethor y Ariem caminaban por un oscuro bosque dirigiéndose al campamento de Roco. Ménethor intentaba hablar con Ariem, pero ella solo hablaba si lo veía necesario.

Durante el viaje por ese oscuro bosque se vieron rodeados por guerreros con extraños ropajes y lanzas como armas.

-Mi nombre es Ménethor y no os conviene enfadar a está pirada que va conmigo.

-Cállate de una vez Ménethor.

-Quieres hablar tu con esta extraña gente, adelante.

Una guerrera fue la que habló con Ariem.

-Estamos delante. Maldito cabeza de Bronk.

-Perdona a mi compañero de viaje, está claro que no sabe lo que es el respeto. ¿Quiénes sois?

-¿Quiénes sois vosotros?

-Vamos a acabar con Laurien.

-Os llevaremos al campamento y allí nuestra líder decidirá que hacer con vosotros.

-¿Qué opina vuestra líder de Laurien?

-No es indiferente en cuanto a Laurien, la quiere muerta, pero no le importa tanto como la muerte de Fárazan.

-Iremos con vosotros. Ménethor, ya que no has conseguido un ejército mejor llevar a este campamento, ayudará.

Fueron hasta el campamento que resultó ser más grande de lo que esperaban. Estaban en una parte oculta del bosque. Ese campamento era tan grande como una ciudad.
La mujer llevo a Ménethor y Ariem a una cueva.

-Nuestra líder no está. Esperaremos a que llegué.

-Esto es un campamento un poco grande.

-Ariem, en realidad a este campamento le llamamos la ciudad de los rebeldes.

-Increíble. Va a tardar mucho porque me aburro. (Dijo Ménethor bostezando)

-Os puedo contar una gran historia que conozco. La historia del primer Krancos.

-Si no hay nada mejor. Cuenta esa gran historia.

-Hace miles años en una montaña a la que se conocia con el nombre de la  Montaña de krancos. Ya que en esa montaña vivía un hombre llamado krancos el cual la había conquistado él solo. Krancos vivía en la cima de esa montaña y bajaba cada 3 semanas por la montaña a por alimentos.
Una pareja muy valiente decidió ir por la montaña para llegar antes a su destino. Con tanta mala suerte de que justo cuando atravesaban la montaña Lingort y Mandrak su novia, Krancos bajó a por alimentos. La feliz pareja estaba cogiendo manzanas de un alto arbol. El hombre sujetaba a la mujer con sus hombros la cuál estaba de pie sobre  él cogiendo las manzanas.
Una flecha atravesó la cabeza del hombre y la mujer cayó y se rompió un pie. Miró hacia atrás y vio a un anciano con un arco. Ese era krancos, ella fue montaña abajo cojeando en zigzag hasta que llegó a una roca llorando y entonces vio que había perdido a Krancos. Entonces se dio cuenta de que no podía irse sin matar a Krancos, sin vengar a su novio y sin enterrarlo dignamente. Pero no sabía como hacerlo, entonces empezó a rezar a los grandes dioses, a Saulem y Vika. Cuando Krancos llegó Mandrak seguía rezando entonces Krancos disparo y ella recibió el disparo y cayó por la montaña. Krancos fue hasta ella y cuando la iba a atravesar con otra flecha ella empezó a cambiar, escamas cubrieron su cuerpo y se transformó en un dragón y luego el dragón calcinó a Krancos.

-Tendría más sentido que los hombres dragón se llamasen Mandrak entonces.

-Puede ser.

-¿Quiénes son los dioses de los que hablabas en la historia?

-Saulem nos vigila por el día y Vika que nos protege por la noche.

-Está hablando de el sol y la luna. Vaya pirados.

-Ménethor, ten más respeto. O por lo menos algo de respeto. (Dijo Ariem a Ménethor avergonzada.)

Entonces llegó la líder de los rebeldes y hablaron con Ménethor y Ariem. Luego fueron hasta el campamento de Roco. Solo fueron unos cuantos para hablar con Roco. Además de ir Ménethor y Ariem.

El mensajero de las leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora