Capítulo 3

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Al llegar a la escuela voy a mi casillero. Empiezo a sacar mis libros cuando llega Ally:

—No te has vestido exactamente para conquistar —dice mirándome de arriba a abajo.

La verdad, simplemente llevo unos jeans negros ajustados, una camisa azul a rallas, unos zapatos bajos azules y un jersey gris. Lo mío siempre ha sido vestir cómodamente, no soy de las que sigue la moda o se demora horas en una tienda buscando que comprar. Solo veo algo que me guste, me lo pruebo y lo compro; sencillo.

—Bueno Al—le digo mirándola de soslayo—, sabes que eso no es mucho de mi interés.

—Pero tienes muchas cosas para mostrar y usar a tu favor. No me lo vas a negar. Ya es hora de que salgas con chicos; y que mejor momento que el día de intercambio, o como le digo yo: Día del Amor —hace un corazón con los dedos en la última palabra.

¿Día del Amor? ¿Acaso seré la única a la que eso le parece ridículo? No negaré que hay chicos muy lindos, pero eso no me sirve de nada; jamás seré capaz de hablarles.

Luego de tres horas de clase, todos vamos al gimnasio de la escuela para escuchar al director hablar sobre las cuatro últimas horas.

—Tenemos aquí el día de hoy al colegio Alridge High —dice el director Parnell, de frente a nosotros, señalando a su izquierda. Todos los del Alridge empezaron a gritar y a silbar cuando dijeron su nombre. Están vestidos con un blaiser azul oscuro que, hasta donde tengo entendido, es usado para las salidas escolares ya que tiene el escudo. Así saben quién es de su escuela.

El director prosigue:

—Y tenemos también a la escuela Tesla —dice, señalando a su derecha.

Éstos hacen aún mas barra que los otros. Visten un jersey rojo, muy anticuado que, de cierta manera, hace que adore el hecho de que mi escuela no tenga normas al vestir.

Me doy cuenta que Ally me sujeta del brazo con fuerza, me giro para verla con detenimiento pero ella esta concentrada observando a uno de los chicos del Alridge.

—¿Cuál será tu próxima conquista?—le pregunto.

—Me siento como un niño en una dulcería. Hay tanto de donde escoger...

—Y yo me siento en el cuarto de mi hermano cuando hablas así de los chicos.

Se llevó una mano al corazón con expresión herida:

—Jen, no hay por qué exagerar.

—Posiblemente...

—Qué suerte tienen las chicas de Alridge. Con todos esos chicos, hasta yo me animaría a venir a la escuela.

—Eso sería un milagro —repongo, y ambas reímos.

—Milagro sería que tu dejaras de ser tan insulsa y torpe, pero a la vida no se le puede pedir mucho

Es Eileen, sentada a mi lado izquierdo mirando a los mismos chicos y lanzando miradas coquetas. Solo ella piensa que eso no es irritante.

—De todos lo espacios vacíos que hay aquí, ¿Era necesario que vinieras justo a este lugar? —dice Ally mirándola con el rabillo del ojo.

—Si es para decir la verdad sobre algo especialmente obvio, pues sí. También tengo algo para tí Ally. Por si te interesa...

—¡Por supuesto! Aún sabiendo que no va a ser agradable, pero hazlo igualmente. De cualquier manera, no es que en ti habite el amor.

—¿Amor? Cuando consiga hablar con uno de esos chicos (sobre todo el pelinegro que está allí de pie con las manos en los bolsillos), te darás cuenta que amor es lo que me sobra.

—¿De qué te sirve decirnos todo esto? —pregunto mirándola fijamente.

—Para que entiendas lo obvio acerca de ese chico.

—Y eso sería...

—Que está totalmente fuera de tu alcance. Tal vez para Ally sea... un poco más fácil; pero ¿para ti? ¡Ja! Ni de chiste.

Se levanta y da media vuelta, no sin antes gritar:

—-Adiós, perdedoras —y desaparece.

—Mira —dice Ally—, puedo odiarla y todo lo que tu quieras; pero no puedo negar que ese chico está como quiere.

Busco con la mirada al chico que tanto las ha impresionado, y me doy cuenta de que tienen razón: Debe ser uno o dos años mayor que nosotras (tal vez tres, si consideramos que Ally es un año menor que yo). Efectivamente tiene el pelo negro, los ojos son color miel y, aunque parecen no demostrar emoción alguna, puedo ver que se muere de aburrimiento. Tiene el cuerpo bien formado, le puedo ver los músculos del abdomen desde aquí (y estoy a cuatro metros de distancia). Es muy guapo, no hay por qué negarlo; pero se que Eileen tiene razón: tanto ella como Ally tienen más posibilidades de socializar con él. Así que desecho la idea de acercarme rápidamente.

Pensamientos sin Punto FijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora