Capítulo 21

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—¡Despierta, Jenna! —me sacude Zack.

—¿Qué? —abro los ojos de golpe y la luz me ciega. Los entrecierro— ¿Qué pasa?

—¿Qué le hiciste a Delila? —me aprieta el brazo derecho.

—¡Me lastimas! —grito— No lo sé.

—No sabes mentir —sonríe sin ganas, aún sin soltarme el brazo pero ya no lo hace con tanta fuerza—. No lo repetiré así que responde.

—Estaba dormida —replico—. No es mucho lo que pueda haber hecho.

Sabe que miento. Empiezo a sentir una sensación incómoda y siento frío. Mucho frío.

Está controlando mi cuerpo.

—Q...que... ha...haces —musito, castañeando.

—Se debe ser cruel cuando no se obedece—gruñe entre dientes.

De repente, su rostro se ensombrece y veo unos ojos verdes, brillantes y agresivos, mirándome con odio y apretando los dientes.

Archie —murmuro.

Empieza a reír a carcajadas y sube sus manos a mi cuello.

—Hora de despedirse —canturrea.

Despierto respirando a bocanadas. Los cabellos se me pegan a las sienes por el sudor. Me siento pesada y con la garganta reseca. Me levanto por un vaso con agua, ubicado sobre una mesita a mi lado. El suelo esta frío, hago una mueca cuando pongo los pies en este y tomo la jarra para llenar el vaso.

Me lo tomo de un solo trago y veo el reloj digital. Han pasado dos horas desde que llegué y me siento un poco mejor, aunque quisiera recorrer este lugar.

Parece una casa donde en vez de tener paredes, tiene vidrios gruesos. Pero para mi habitación el vidrio es opaco, no se puede ver nada del otro lado y eso me fastidia. Me da una sensación de claustrofobia, de encierro permanente. Suena un chillido y me doy la vuelta. La puerta se abre y aparece un chico.

Es alto, de tez morena y pelo castaño; ojos verdes oscuros, cuerpo bien formado y viste unos jeans negros con una cazadora de cuero sobre una camisa negra. Los zapatos son muy formales para su vestimenta, parecen de un empresario muy importante. Tal vez los use para llamar la atención.

—Hola —pronuncia casi en un susurro.

—Hola —respondo, aclarándome la garganta—, ¿necesitas algo?

Se acerca a mí y me tiende un papel blanco, escrito a computador parece.

—Tu horario —dice—. Procura seguirlo al pie de la letra. Y no llegues tarde nunca; nosotros no lo toleramos.

—Bien, entiendo —le espeto—. Aunque no has mencionado tu nombre, es un poco grosero ¿no crees?

Su boca se crispa en una sonrisa sin humor.

—Jack —bufa impaciente—. Eso es todo lo que necesitas saber.

—Eso es todo lo que me interesa saber —digo fastidiada.

Resopla. Se da la vuelta y sale, dando un portazo.

Observo la lista:

Tres horas de entrenamiento físico.

Dos horas de teoría sobre "Los.Comportamientos y Faltas de Los Dotados".

Treinta y cinco minutos de descanso.

Y por último:

Uso y aplicación de los dones.

Al final de la lista aparece una nota escrita a mano, pero al revés.

Giro la hoja para poder leer la notita:

No te pudieron asignar mejor entrenador y guía en tus actividades (exceptuando la teoría). No llegues tarde o habrán consecuencias y no suelo ser condecendiente con mis pupilos. Y eres la primera.

Te espero.

Zack.

¿Desperté para esto? Maldita sea.

Veo que han puesto un uniforme, de los que llevaban los dotados, en una silla frente a mí.

A mi mente llega el recuerdo de Delila y lo que le hice. Recuerdo el sueño y un escalofrío me recorre la columna. Sacudo la cabeza y aclaro mis pensamientos.

Veo el reloj de nuevo.

Faltan quince minutos para que empiece el entrenamiento.

Refunfuño y tomo el uniforme. No quiero llegar tarde a mi emocionante actividad con el mejor de los entrenadores.

Pensamientos sin Punto FijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora