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Kurt rie acalorado, intentado mantener la compostura mientras la traviesa mano de su novio — se escucha tan bien, podría durar horas repitiendolo — se desliza cautelosa sobre la piel fría y suave de su muslo.

Es la hora del desayuno y todos se encuentran reunidos en la gran mesa del comedor, platicando amenamente y riendo por cualquier tontería.

Respinga, llamando la atención de los presentes, su hermana arquea una ceja y el intenta hacerse el desentendido.

Tarea difícil con Warren amenazando con colar la mano bajo el short de su pijama.

Luego de que hace tres años seis meses, dos semanas y cinco días, se hicieran secretamente-novios-oficiales-no-tan-oficiales, las tentativas de su novio — oh, dios, novio — por llevar más lejos la relación han avanzado con pasmosa rapidez.

Exactamente hacía dos meses.

Y todo era culpa de uno de sus compañeros, que al parecer habían hecho un comentario de «querer darle una probada» que a Warren no le había gustado para nada. Por supuesto.

Porque Kurt era suyo. Y si alguien podría darle un mordisco, definitivamente, ése era él.

No es que fuera inseguro o algo por el estilo — Por favor, que él era Warren — simplemente se trataba de que jamás. Jamás.

J.A.M.Á.S.

Le daría a Kurt a cualquier idiota.

Aunque según Scott, él era el mayor de los idiotas...

Bueno, entonces no le daría a Kurt a ningún otro idiota.

Punto.

One month, and other. (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora