Capítulo 8: Tacones e Instagram

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Mike.

Tengo mis razones para estar molesto en estos momentos.

Estoy muriéndome de frío por la culpa de mi hermana menor que se le ocurrió la fantástica idea de tirarse a la piscina. Y mi madre me obligó a pasarle mi chaqueta.

La muy idiota de Abby me tiene aburrido y molesto con el ruido de sus dientes castañear.

— Oh, callate —digo tapando mis oídos—. Molestas, ¿Sabes?

— No... —tirita—. Es... —lo hace de nuevo —. Mi culpa.

— Oh, claro que lo es.

Decido mirar por la ventana hasta llegar a casa. La verdad, hoy en la escuela esperaba que el trabajo de geografía con Sarah fuera más plática y no trabajo. Lo digo porque realmente no nos vemos hace un año después de que fui a Inglaterra, pero al parecer a ella no le importó nada mi regreso.

Aunque tiene sus razones para "odiarme", cómo cuando llegue nuevamente al instituto la semana pasada por poco arrollándola.

La verdad, obviamente no fue mi intención.

*Flashback*

Son las cinco de la mañana y me encuentro bajando del avión. He vuelto de Inglaterra para ver a mi familia. Mi cerebro está en modo off y si no fuera por un señor casi ruedo por las escaleras al bajar.

Me adentré al aeropuerto para ir a buscar mi maleta e irme pero un tipo la agarra antes que mi. Eso me molestó y mucho.

— Hey, hey —digo tomándolo del hombro —. Esa maleta es mía.

— ¿Sí? Prácticamente es igual que la mía —eleva sus cejas.

— ¿Sí? Creeme que no me interesa, damela —extendiendo mi mano esperando a que me de MI maleta.

— No.

¿Creen que es muy temprano para agarrarme a puñetazos con éste tipo?

Ñe.

Y en tres movimientos el desgraciado está tirado en el suelo. Algunas personas notaron lo que hice y casi llaman al guardia.

— Esto te pasa por no querer darme MI maleta, zopenco —digo dispuesto a irme con mi maleta pero hay algo que llama mi atención.

Una placa de plata escrito en ella el nombre del tipo:

Nate Campbell.

Ésta maleta no es mía. Claro que no lo es, yo no le puse algo para identificarla y ni siquiera me llamo Nate.

Me acerco al tipo al que había golpeado minutos atrás quien se está levantando del suelo.

— Oye, ¿Te llamas Nate? —pregunto frunciendo el ceño, éste asiente con la cabeza en respuesta—. Ésta maleta es tuya, lo siento.

Me equivoqué ¿Sí? Creí que era mi maleta, gasté mis energías y fuerzas en pegarle a un tipo... Inocente, por así decirlo. Pero la cuestión es... ¿Donde está en realidad mi maleta? O ¿Quien en éste mundo la tiene?

Estoy seguro que antes de subirme al avión en Londres tenía mi maleta, era azul y tenía tres cierres. Estaba repleta de ropa y zapatos.

Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora