Capítulo 30: Doble cara.

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Sarah.

Ya han pasado más de cinco horas desde que Abby se despidió de nosotras para marcharse a Inglaterra, aunque no lo crean se siente una sensación muy extraña. Lo digo porque con Abby hemos pasado casi toda nuestra infancia y adolescencia juntas, su ausencia se nota y mucho.

Todo esto, lo que Abby nos contó fue algo que me desconcertó muchísimo. Un trastorno disociativo.... vaya, es muy difícil de asimilar. Siento mucha confusión pero sobretodo me siento triste y frustrada, por el hecho de que nunca me enteré de este secreto y no pude hacer nada por Abby.

Todos este tiempo Abby nunca nos contó nada, no puedo culparla porque tampoco ella lo sabía, y cuando se enteró nos lo ocultó para protegernos.

Protegernos de "ella".

¿Saben lo fuerte que es escuchar eso? Siendo que Abby siempre quiso protegernos.

Abby era la que tenía que ser protegida, si tan sólo hubiéramos sido más capaces de frenar el abuso a su corta edad quizás esto pudo haberse evitado. Pero éramos unas niñas, por más que fuéramos a defenderla Lucy, Jess y yo cuando éramos más pequeñas los maestros hacían oídos sordos cuando les advertíamos y el director de ese colegio justificaba las acciones diciendo que "eran niños" que sólo estaban jugando. La ineficiencia de los maestros y el director frente al bullying que sufría Abby hizo que los abusos no pararan nunca, sólo hasta aquella vez....

*flashback*

7 años atrás...

— ¿Que hora es?

— Mm... —miro el reloj de la pared el cual marcaba las nueve y media.— Nueve y media.

Le digo a amiga Jess que estaba tumbada en su mesa con su cuaderno abierto pero nada escrito en el.

—Entonces, ¿queda diez minutos para salir a recreo? —me vuelve a preguntar.

—No, boba, aun quedan otros treinta minutos —le digo obvia.— Deberías aprender a ver la hora.

—¿Para qué? —bufa.— Si en unos años ya nadie usará relojes, todo será digital y esos estúpidos relojes con manecillas quedarán en el olvido.

—Puede que tengas razón, pero por ahora deberías aprender y así no tienes que pedírmelo a mi, le puedo decir a Izzy que te enseñe... ella me enseñó.

—Nah, gracias por la oferta pero pronto tendré un teléfono y será mucho mas sencillo —dice.

—Aun eres pequeña para manejar uno —digo, dudo que sus padres le den un teléfono a Jess sabiendo lo irresponsable que es con sus pertenencias.

—¿Quién dice? —me mira con una sonrisa maliciosa para luego enseñarme un teléfono rosado que acaba de sacar de su bolsillo.— ¡Tadaa!

En su mano tenía uno de esos teléfonos de juguete con tapa que tienen unas cuantas canciones, yo también tenía uno, obviamente no sirven para nada.

—¿Un teléfono de juguete? —me río.

—Es un smartphone último modelo, querida —me dice simulando que llama a alguien.

Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora