Capítulo 26: Lazos de hermanos.

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*editado*

Sarah.

—Entonces, si pasas el dos a negativo y luego lo multiplicas por el ciento cincuenta y uno, te da el resultado —Sonríe Abby mientras apuntaba con su lapiz grafito la operación final que acababa de hacer a tan sólo unos segundos. Miré todos los números que estaban perfectamente ordenados en su cuaderno y quise matarme, porque no entendía nada.— ¿Entendiste?

¿Le decía la verdad o la mentira?

Tierra trágame, porfavor.

Si le decía que no había entendido, seguramente hasta dejaba de ser mi mejor amiga por ser tan estúpida y no ser capaz de entender un maldito ejercicio que me había explicado más de seis veces y que según ella lo podía resolver hasta un niño de diez años.

Era bastante humillación.

Pero tampoco podía decirle la mentira, porque como dice Izzy: más rápido se encuentra a un mentiroso que a un ladrón. Tiene sentido.

Quizás debía aceptar que los números no eran lo mío de una vez.

Abby me seguía sonriendo e insistiéndome con la mirada para que le contestara.

—¿Por qué mejor no nos tomamos un descanso? —le propuse haciéndome la tonta y sonriendo. Mi rubia amiga se pasó una mano por su cara y suspiró resignada.

—No entendiste...

—No...—dije con un tono bastante estúpido y avergonzado para que por último sintiera lástima por mi y así no acabar tan pronto con su preciada paciencia.

Comencé a jugar con mis manos nerviosa mientras veía a Abby sacarse sus anteojos –que por cierto sólo utiliza cuando tiene que ver cosas muy pequeñas o de lejos– y los deja sobre su mesita de noche.

—Quizás soy yo la que explica mal  —se encogió de hombros, tranquilizándome.

Y no, no era por eso. Estaba más que segura que mi mente estaba dispersa porque aún no había podido superar el beso que nos dimos con Mike hace tan sólo ayer, o más bien, un par de horas.

Era sábado por la tarde, y con Abby nos habíamos puesto de acuerdo para estudiar juntas matemáticas hoy en su casa –exactamente cómo me había prometido–, ya que no entendía absolutamente nada y sentía que si nadie me iluminaba con sus conocimientos iba a reprobar el exámen. Otra vez.

Ojalá pudiera tener un super poder como por ejemplo, no sé, adquirir los conocimientos de otras personas con tan sólo leyéndoles la mente.

Sí, estoy viendo muchas películas.

Volviendo al tema; mi cabeza era solamente Mike y me estresaba, porque se me hacía imposible concentrarme en los estúpidos números que me señalaba mi amiga, cuando sabía que el mencionado se encontraba en la habitación de al lado.

Es que, agh, sentía como que si cerraba los ojos, la imágen de su rostro acercándose al mío se me hacía presente una y otra vez. Y era inevitable. Porque, demonios, estaba cegada por la lujuria del momento y sólo me dejé llevar. Además, Mike estaba ebrio y no era consciente de lo que hacía porque estaba segura que él jamás me hubiese besado y haber sido capaz de hacerle esto a Sophie.

Demonios, Sophie. Lo había olvidado.

—Ya, olvidémoslo —volvió a hablar mi amiga cerrando el libro de Matemáticas y también los cuadernos, acomodándose mejor en su cama.— ¿Se puede saber que te pasa y por qué hace rato estás en la luna? —preguntó tomándome por sorpresa, incluso me atraganté con mi propia saliva.

Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora