La muchacha corría por los pasillos de Hogwarts tratando de que nadie la viera, pero no con la intención de no llegar tarde a clases y recibir un regaño; o ser atrapada por el conserje, ella corría para defender al lado mágico en esta guerra. Ambos bandos poseían magia, pero ella sabe, todos sabemos, que Voldemort y sus mortífagos no merecían ese "privilegio".
Esquiva hechizos de sus rivales, y lanzaba otros en contra de ellos para que quedarán aturdidos, pues no era capaz de que esas dos palabras escaparan de sus finos labios.
Al doblar una esquina se encontró con una cabellera roja, pero cualquiera hubiera podido notar que no era la de él. Dio media vuelta y se encaminó hacia la dirección contraria, no sin antes ayudar al chico Ravenclaw que era atacado.
Cada paso que daba, sentía que el ambiente se iba tornando más frío, y solo podía escuchar sus pasos torpes pero decididos, y su respiración agitada. Trataba de ver a través de los cristales y paredes destruidas, que sucedía en el patio del colegio. Veía a sus compañeros y amigos luchando; algunos se veían rendidos, agotados, como si fueran a dejar de pelear y darse por vencidos. El agarre de su varita se volvía cada vez más fuerte y lleno de rabia, lo cual torno sus nudillos de un tono pálido.
Tropezó con los escombros que yacían en el piso, y pudo reconocer un marco dorado entre estos. Empezó a mover los pedazos de pared y techo a mano, pues no estaba en condiciones de hacer un hechizo. Una vez que todo estaba más o menos despejado, pudo ver claramente el cuadro de la Señora Gorda que daba paso a su sala Común.
Con sumo cuidado dio vuelta este poniendo enfrente de ella la inscripción en la base que decía Gryffindor. Si movías la mirada unos centímetros más podrías ver un grabado en la madera. Una J con prolija caligrafía se encontraba dentro de un corazón junto a una, no tan prolija, F.
Como pudo arranco con un hechizo esa parte, tal vez al pequeño le gustaría verlo en un futuro cercano.
Pero no le gustaría ver lo que estaba pasando enfrente de los ojos de Jade.
-¡Fred! ¡No! - un grito desgarrador salió de la garganta de la peli-azul al mismo tiempo que la luz salía de los ojos miel de su novio, haciendo el último contacto visual que ellos iban a tener.
Solo dilo, vamos tu puedes.
- ¡Avada Kedavra! - su voz sonó firme, y llena de veneno y odio. El mortífago salió volando por los aires, chocando con el muro y cayendo muerto.
Avanzo unos pasos hasta el cuerpo que se encontraba ahí tirado. Decir temblando es lo mínimo, se iba desmoronando a cada paso que daba. Las lagrimas caían a cataratas de sus ojos esmeralda, y sus labios soltaban todo tipo de palabras inapropiadas.
. . .
- Vamos, no puedo soportar verte así - con su pulgar limpió una de las lagrimas de la chica, pero estas caían a montones y no tenían la intención de detenerse.
- Pues no pienso superar nada de esto... - murmuró dolida. - ¿Puedes creerlo? - soltó una carcajada irónica. - Todo por una maldita profecía, George, ¡Una maldita profecía!
- Yo tampoco voy a superar todo esto, es mi otra mitad. Me siento igual que ti...- el pelirrojo miro el piso en busca de alguna prueba de que todo lo que paso había sido un sueño, una horrible pesadilla, de la cual todos querían despertar. - Solo hay que desahogarse, solo hay que decir las cosas que pensamos...-
- Estoy embarazada, George.
- Oh, Diablos. No me refería a eso.
