Ahí está, sentada cómodamente en su sillón -ese sillón que está ubicado justo en el lugar perfecto frente de la chimenea. Es algo gracioso que se refiriera al sillón como suyo, pero bueno, todos en Gryffindor saben que ese lugar en particular le pertenecía a Potter y sus amigos.
Haciendo a un lado sus pensamientos actuales, da un par de brincos en el lugar donde está de pie para hacerse de valor y poner su plan en marcha. Nada puede fallar, su plan es a prueba de todo. Soltando un suspiro, él gira sus hombros para relajarse y camina hacia ella con la intención de poner su nuevo talento en uso.
- La adulación no te llevará a nada, Harry -
Pero, ah, Sophia destruye sus esperanzas en segundos. Nunca siendo del tipo que se rinde al primer intento fallido, Harry prosigue con su plan.
- Pero, Sophie, acaso no te he dicho lo adorable-
Su furiosa mirada lo detiene y lo obliga a aceptar la realidad. Claro, debió saber que las palabras le fallarían. ¡Es Sophia Reynolds! Con ella no hay como ganar cuando hay palabras de por medio. Así que... dejándose caer a sus pies, Harry pone mejor acto de perrito faldero.
E, increíblemente, funciona.
Después de unos segundos, su expresión hostil empieza a quebrarse. Lentamente, sus labios forman una tierna sonrisa. Inclinándose hacia adelante, y para la sorpresa de todos (incluso la de Harry), Sophia lo besa—de una forma bastante apasionada si la forma en que su mente perdía su capacidad de pensar es algún indicio.
- Sí, Harry, te ayudaré con tu ensayo de Pociones.-
