"... en la playa."

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-¿Cuánto falta?- habló aburrido el menor.

- Faltan menos de cinco minutos, cariño.- le contestó, mirandolo mediante el espejo retrovisor con una sonrisa.

Se echó en el cómodo asiento del auto y se dispuso a ver el lamentable paisaje.

Era raro, pues, en aquella temporada, se supone que el lugar debe, prácticamente, desbordarse en gente. Sin embargo, estaba desolado.

Una camioneta azul se estacionó al lado de la suya.

"Al menos, no estamos solos."

Del auto, ya mencionado, salían una familia igual a la suya. Talvez, demasiado.

Un muchacho, que tenía pinta de compartir su edad, se acercaba a él. Tenía unas gafas oscuras, iguales ropas a las suyas pero en azul.

- ¡Hola!- saludó, entusiasta.

El de morado sólo lo miró.

- Mi nombre es Karamatsu, ¿y el tuyo?

-. . . Soy Ichimatsu.- contestó indiferente.

El silencio se apoderó de ambos jóvenes. Kara lo invitó a meterse al agua. A lo que Ichi aceptó, irritado.

El mayor de azul, sentía sus dedos congelarse con sólo hacer contacto con ella.

Ichimatsu se metió, hasta el punto de que sus piernas estuvieran, literalmente, tiritando de frío y sólo esperaba a que el frío se le pasara.

Unos brazos lo tomaron del torso y piernas, cargandolo, como algunos suelen decir "Modo: princesa".

Rápidamente volteó y se encontró el rostro de Karamatsu, sonriente.

El menor se enojó reprochandole y cuestionandole sobre sus actos.

- No debiste meterte tan afondo. Tus dientes parecen castañuelas por el frío.- le recomendó el de azul, caminando hasta más 'afuera'.

- Argh, sueltame, Cacamatsu.

Éste le obedeció.

[...]

Al final, ambos no parabamos de reír, sin olvidar los sonrojos de Ichi. Nos encontrabamos en una pequeña isla cerca a la playa, que era fácil llegar hasta ella, sin mencionar que en el camino habían erizos de mar.

Llamé a Ichi, preguntándole como la pasó conmigo. Tomando en cuenta la amada soledad que tanto me contaba. Mucha curiosidad era mala. "Sí."


Ichimatsu decoraba el Castillo de arena que creamos ambos con diversas y coloridas caracolas.

Mi madre nos interrumpió anunciando la salida de la playa.

Le dirigí una mirada a mi acompañante.

- Es mejor que me lleves.- me avisó- le tengo miedo a esas cosas que están en la arena. Y fue tu idea venir aquí, Dolorosomatsu.

Le dediqué una radiante sonrisa, una de las mejores que tengo y él quejándose de mi actitud "dolorosa".

Se abalanzó a mi espalda, abrazandola. Yo tomé sus piernas. Sentí sus brazos abrazar mi cuello y su respiración en el mismo.

Caminé, lejos de aquel lugar de risas, con precaución de no tocar ningún erizo con el pie, me dejarán herida.

Al llegar, dejé a Ichimatsu sobre la arena, saliendo su cabello con granos de arena en el.


Su madre le dijo lo mismo que la mía, con diferencia de hablar por celular.

Su gesto indeciso mostraba duda si abrazarme, o irse sin más. Claro, como despedida.

Sólo le extendí la mano a lo que el aceptó. Pero de ese estrechamiento de palmas, lo jalé a mi pecho para abrazarlo.

Tomé rápidamente mi celular y nos tomé una foto. Y tomé otra, besando su mejilla.

- ¡Adiós, fue un gusto hablar y estar contigo, my little Ichimatsu.

Tomé mis gafas y se las puse en su cabecita.

No me resistí, y besé sus labios de una forma rápida y salir corriendo al auto de mis padres.

Vi como Ichi se iba donde sus padres con mis lentes en sus manos.

Lo perdí de vista.

"Quién diría. . . que me enamoraría . . . En la playa."

Maldición, no le pedí su número de celular.

¡¡No es posible!! Soy un idiota.

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594 palabras

Karaichi drabbles Y One-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora