C3: Engañada

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Aída.

Me los quedé viendo unos segundos, por dentro deseaba ser la chica que besaban sus labios.

Pero esto no estaba bien..
Aída tienes novio, él te ama, tú lo amas.

—Lo estás acosando— me susurró Anzel en el odió, no lo había visto llegar.

Lo voltee a ver sonriente.
—No lo hago.. sólo..— hice una pausa —Bueno si lo hago, pero admite que es muy lindo—

El se rió a carcajadas, lo que provocó que el chico pusiera su atención en nosotros, lo sentía, sentía su mirada, no quería voltear a verlo.

¿Que hago? Bueno, de seguro ni me está viendo... ó tal vez sí..

—Creo que iré con Iker— le avisé a Anzel.

Lo dejé ahí parado en la entrada de la sala, y enseguida me dirigí al patio, era enorme, por un momento había olvidado que los padres de Iker tienen mucho dinero.

A la derecha contaba con una piscina gigantesca, con hombres lobo y chicas necesitadas besándose, los licántropos se olían, aunque nosotros, los vampiros podemos escuchar mejor que olfatear, el horrible olor de los hombres lobo se huele a kilómetros.

Al frente mío, montón de gente bailando, el olor a sangre humana rondaba por esa parte, entre esos vampiros estaba Iker, bailando con una chica de vestido rojo, no le preste mucha atención, él primero las seduce y luego penetra sus colmillos en su cuello.

A mí izquierda, muchas brujas ebrias coqueteando con los lindos humanos.

Amó estas fiestas, porqué los vampiros nos podemos divertir sin la necesidad de escondernos, nos alimentamos de los humanos pero nunca los matamos, nos hemos vuelto más inteligentes.

Al siguiente día, nadie recuerda nada, sólo los vampiros y brujas, a cada persona que entra les damos unas hierbas, gracias a la ayuda de las brujas, así que ellos solo recordaran que fueron a una fiesta común y corriente.

Miré nuevamente al centro del patio, y la chica de vestido rojo le estaba bailando muy sexy a Iker, pero demasiado para ser realistas.

No podía soportarlo más, pero cuando me iba acercar reconocí el rostro de la mujer, era mi hermana, Soraya.

Quería asesinarla, sentí como mis colmillos salían, mis uñas crecían, y todo alrededor se intencificaba, el fuerte viento que había, mi fuerza resistiéndose en sacar sus corazones

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Quería asesinarla, sentí como mis colmillos salían, mis uñas crecían, y todo alrededor se intencificaba, el fuerte viento que había, mi fuerza resistiéndose en sacar sus corazones.

No hagas una escena.
No hagas una escena.
Me repetía en la mente.

A lo lejos se escuchaba como gritaban "¡Pelea! ¡Pelea!" El sonido provenía del interior de la casa, voltee hacia atrás y por las ventanas solo podía observar una multitud de gente.

Hasta que ví su cara, era Anzel.
¡¿Pero que está haciendo?!
Enseguida entré al interior de la casa.

Que no sea un hombre lobo..
Deseaba, si lo era, lo podía hacer pedazos.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora