24: Una Vida Menos

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Raymon Adamson.

Era impresionante la cantidad de híbridos que había en la sala. Si mencionábamos una palabra era obvio que nos escucharían. No son estúpidos.

—¿Vamos a morir?— preguntó en susurró el humano. Apenas Glenn lo callaría pero no hubo tiempo, ya que en la ventana pude notar como los híbridos se giraron a nuestra dirección, no nos veían, pero por su expresión sospechaban totalmente que había alguien detrás de esa puerta.

Miré a Glenn, yo estaba preocupado, pero el soltó una sonrisa de lado.

—Hagamos lo que mejor sabemos hacer— dijo, y con tan sólo una patada pudo derribar la puerta de metal que nos cubría.

Enseguida todos los híbridos que estaban ahí se convirtieron en lo que realmente son, bestias con las mismas habilidades que algún hombre lobo y vampiro. Son más fuertes, pero aún así, nosotros podemos ganar, sí es que fueran cualquier híbrido, pero lamentablemente no es así, se supone que son los mejores de la historia. Sólo somos dos vampiros Adamson, contra más de cincuenta híbridos, sedientos de muerte.

Me giré hacia el humano, dándole la espalda a nuestros enemigos.
—Lo siento Anzel— me acerqué y penetre mis colmillos en su cuello, permitiendome litros de sangre, luego llegó mi hermano e hizo los mismo solamente que del otro lado del cuello. Ahí estábamos mi hermano y yo, alimentándonos para tomar más fuerzas, el humano gimiendo del dolor, llamando la atención de todos.

—¡Paren!— gritaba con desesperó mientras nos golpeaba los hombros —Me matarán— continuaba.

Glenn y yo nos alejamos de esté. Teníamos la boca escurriendo de sangre humana, sintiendo como la fuerza se acrecentaba lentamente.

—Nos ofendes Anzel, somos expertos en esto— dijo Glenn. Le dió dos palmadas en el hombro y luego miró a nuestros enemigos emocionado.

—¿Quien será el primero?— pregunté mientras miraba a todos los híbridos. Nunca había sentido miedo, ni con la princesa Vampiro, pero ellos simplemente erizaban mi piel.

—¿Me convertiré en vampiro?— preguntaba Anzel detrás.

Nadie le hizo caso al humano, ahora el era el menor de los problemas.

—¿En serio? ¿Solo ustedes dos?— ironizó un híbrido.

—Ustedes son... uno, diez, veinte— contaba Glenn —Un poco de desventaja..— encogió los hombros — Para ustedes.

Dos híbridos dieron un paso al frente.

—¿Ustedes quienes son?— preguntaba como si no fueramos nada.

—Unos tontos vampiros— gritó un híbrido a lo lejos.

—Los que acabarán con sus vidas— dije y corrí hacia los híbridos que se habían acercado. Sin pensarlo ó dar tiempo a que ellos reaccionarán, sólo arranqué sus corazones.

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Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora