CAPÍTULO 4: Acepto.

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-o-

¡Cretino! ¡Engreído!

Cuánto deseaba poder repetir aquel gesto que acostumbraba de chiquilla y haber levantado un puño sobre su cabeza... para después dejarlo caer sobre la suya.

¡Insoportable arrogante!

¡Tenía tantas ganas de zarandearle esa cabezota dura

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¡Tenía tantas ganas de zarandearle esa cabezota dura...!

...como alguna vez ya lo había hecho Stair con Albert, aunque con una finalidad muy distinta.

¿Cómo? ¿Que Terry no estaba amnésico? ¡Pues lo parecía!

Candy recordó aquel momento, que ahora juzgaba tan divertido a la luz de los años, y eso calmó un poco su ánimo pero fue sólo durante un instante muy breve, porque casi inmediatamente después volvió a encenderse. Estaba realmente furiosa, aunque la palabra "furiosa" se quedaba corta para definir la forma como se sentía cuando recordaba lo presuntuoso se había portado Terry con ella en su último encuentro.

¿Cómo se atrevía?

Ella hubiera querido que hablaran tranquilamente y que su reencuentro después de tantos años fuera lo menos incómodo posible, pero había resultado un fracaso total porque él había actuado como un verdadero patán las dos veces que estuvieron frente a frente, echando por tierra cualquier posible oportunidad de tener una conversación agradable. ¡Malcriado insufrible! ¡Petulante! ¡Idiota!

Candy ya no buscaría hablarle jamás. Nunca. Ya no anticiparía con total nerviosismo la ocasión de verlo o no... ya no se sentía capaz de seguir soportando más la sensación de alargar su mano y casi alcanzarlo, sólo para que él se le escurriera una y otra vez entre los dedos como si fuera la maldición de un destino terco y cansino.

Porque Terry se le había esfumado tantas veces, como las mismas que ella había corrido tras él.

La primera vez fue muchos años atrás, cuando Candy abandonó el Colegio San Pablo en la búsqueda de su propio camino... y también siguiendo las huellas de aquel chico rebelde que se había despedido de ella con una apenas una carta, tan corta. Porque ya para entonces ella estaba segura de que cualquier camino que tomara en su vida lo incluía a Él.

Después de regresar como polizón a América, Candy también corrió para alcanzarlo en el Hogar de Pony justo a su llegada, cuando recién supo que él estaba allí...

" ...un tipo muy elegante,

pero antipático..."

pero otra vez se había quedado sin encontrarlo, conformándose sólo con ver sus huellas todavía tibias en la nieve perdiéndose en la distancia.

Meses después de eso, tampoco lo había alcanzado en Chicago...

Parecía una maldición.

Siempre que iba tras Terry, ella casi podía sentir en la punta de los dedos que por fin podría alcanzarlo, pero él se le escurría una y otra vez de forma inmisericorde como si tratara de asir agua entre las manos. Como las utopías, él siempre iba dos pasos por delante de ella...

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