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¡Por Dios! ¿Qué había hecho?
Las mariposas que Candy comenzaba a sentir nuevamente en el estómago desde hacía poco tiempo atrás, se habían convertido de pronto en un avispero enfurecido que no la dejaba dormir en paz desde hacía un par de noches. ¡Dios! No sabía por qué había abierto la boca para aceptar una propuesta que realmente nunca ocurrió, sino que fue fabricada por ella misma en la creencia de que el destino podía – quizá por esta única vez - comportarse de una forma diferente a como acostumbraba hacerlo.
Candy cerró los ojos, sumamente avergonzada por haberse atrevido a tanto. Sobre todo cuando recordaba que después de aquel desafío disfrazado con una simple palabra: "Acepto", la reacción de Terry Grandchester había sido observarla largamente con una expresión atónita para luego girar sobre sus talones y alejarse de ella sin decir palabra alguna, dejándola sumergida en la más terrible de las vergüenzas e incertidumbres, sobre todo cuando vio la fiereza de la última mirada que le dirigió.
Por supuesto, Candy no esperaba que él perdiera tan siquiera un minuto en tomar en serio aquella bravuconería. Si Terry había estado un poco obnubilado por el alcohol esa noche haciendo acusaciones tan fuera de lugar, ella tampoco se había quedado atrás, sintiéndose también muy ofuscada por la embriaguez que le provocaron las intensas reacciones que experimentó su cuerpo entre sus brazos, y también por el reclamo de Aveline. Todo detonó en ella una imprudente rebeldía, sintiéndose agotada de ser siempre ella la que perdía. Estaba tan indignada con el destino, que se atrevió a pretender ser egoísta como nunca en su vida, fantaseando temerariamente… y entonces había pronunciado aquella barbaridad.
¡Santo cielo, qué vergüenza!
Claro, no era la posibilidad de que él la considerara en serio lo que la mantenía en este estado de ansiedad constante… sino el hecho de que al pronunciar aquellas palabras había expuesto de una forma casi transparente su sentir por Terry, atreviéndose a reclamarlo de esa forma tan irracional como si de alguna forma él todavía pudiera pertenecerle, cuando evidentemente nada estaba más lejos de la realidad. ¿Cómo podría ella siquiera creer que aquel hombre que no había vuelto por voluntad propia hacía tantos años atrás, hoy pudiera ser obligado a quedarse por un juego de palabras descabellado?
Candy se moría de vergüenza por haber dejado traslucir el hecho de que, a pesar del tiempo y de sus propias decisiones, ella todavía lo esperaba y lo anhelaba... ¡Por Dios!, que todavía lo amaba.
¿Por cuál otra razón habría hecho la tontería de decir aquello?
La sensación que le oprimía el pecho era por eso: por fin se atrevía a admitir que lo amaba, a pesar de haberse sentido herida de muerte por su renuncia y aunque un océano de tiempo la separaba de aquellos días en que vivieron tan brevemente la intensidad de su amor ardiente e impetuoso. Aún lo amaba, a pesar de que antes había puesto tanto empeño en olvidarlo y continuar con su vida... o al menos lo había intentado de todas las maneras posibles, porque ya que desde mucho tiempo atrás Candy se había convencido de que él nunca volvería. Y cuando lo supo, contrario a lo que le pasó con Anthony, con Terry sí quiso e intentó tenazmente enterrar su recuerdo.
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Quedate Conmigo
FanfictionEl miraba su espalda " Se fue sin mirar atrás ni una sola vez... Ni una sola vez..." y ella tembló, "¿Para qué vine a Nueva York? ¿Para ésto?... ¿Para qué?" Porque ellos, y nadie más, habían decidido : ella se había ido sin mirar atrás y él no habí...