Capítulo 14 - Porque no puede ser

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La mañana de la fiesta en Stonehurst Hall, uno de los lacayos del Duque de Grandchester llevó un obsequio para la señorita Ardlay. Candy lo recibió en el solarium, donde tomaba el té a media mañana junto a Jane, mientras ambas descansaban de los arduos preparativos que habían realizado para que todo quedara perfecto. Ambas habían esperado también durante la mañana la llegada de Albert, pero hubo un problema con los guardavías por lo que el patriarca llegaría aparentemente pasado del mediodía y ya no lo verían hasta la velada.

 Ambas habían esperado también durante la mañana la llegada de Albert, pero hubo un problema con los guardavías por lo que el patriarca llegaría aparentemente pasado del mediodía y ya no lo verían hasta la velada

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El mensajero que llevaba el obsequio de Terry lo depositó en manos de Candy, y luego se retiró

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El mensajero que llevaba el obsequio de Terry lo depositó en manos de Candy, y luego se retiró. Ella estudió el objeto curiosa y gratamente sorprendida, mientras Jane miraba sobre su hombro, al principio también con curiosidad y luego con admiración. El regalo consistía en un valioso joyero incrustado con madreperla y pequeñas gemas preciosas, con un diseño magnífico y ostentoso muy propio del siglo pasado, lo que revelaba su antigüedad. Candy lo abrió cuidadosamente y levantó la cubierta de terciopelo negro, para encontrarse con que dentro contenía un magnífico conjunto de varias alhajas que incluían una delicada tiara de oro blanco con diminutas flores en vid, con pétalos de diamante y perlas pequeñas, además de una horquilla para el cabello, un par de brazaletes y pendientes de diamantes a juego. Bajo una segunda tapa de terciopelo negro se encontraba, sin embargo, la joya más espectacular del regalo: era un espléndido collar de tres hilos de perlas purísimas que se cerraba al frente en un delicado broche que tenía engarzado una sola y gran esmeralda oval de calidad excepcional, rodeado de diamantes con un gusto tan exquisito que cortaba el aliento. Las rutilantes facetas de la joya eran hipnóticas y deslumbrantes.

 Las rutilantes facetas de la joya eran hipnóticas y deslumbrantes

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