Capítulo 15: Verdades que duelen.

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"Lo engañable y lo engañado..."

Zoro seguía a (t/n) por las calles de aquel barrio lujoso, ella iba llorando, sólo había salido con sus ropas y bolso, sin embargo por estar llorando no vio su camino y se dobló el pie, hubiera caído, pero su acompañante la sostuvo.

-Tenga cuidado...- dijo con preocupación, mientras la sostenía de la cintura, ella paro un momento pero se aferró al torso del peliverde, rompiendo en llanto, él sólo la abrazo, buscando consolarla.

Así estuvieron un rato, hasta que la joven trato de calmarse, como hacía un poco de frío Zoro le puso su saco, ella lo agradeció, limpiando sus ojos, no le importaba que su maquillaje se haya arruinado.

-¿Desea ir a algún lado?- preguntó, ella lo pensó.

-Si...- de su bolso saco una pequeña hoja con una dirección. –Tomemos un taxi...-

Ambos fueron a una zona de departamentos, eran de clase media, amplios y sencillos, en un piso 10, la joven se paró frente a una puerta, comenzando a buscar entre su bolso, su acompañante se preguntaba por el lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar que la puerta se abrió, pues la joven tenía la llave.

-Pasa...- la joven dejo sus zapatos en la entrada, Zoro la imitó, mientras veía el lugar, era un departamento con muebles esenciales, sala amplia, una cocina con barra y dos cuartos, lo joven fue al baño.

Comenzó a observa que en un librero había muchos libros de medicina, cayendo en cuenta de quién era el departamento, en una esquina había una espada que le sorprendió, era una nodachi, la joven salió después de un rato, con una camisa que le quedaba grande, por lo tanto la cubría perfectamente, se había tomado un baño, observó que Zoro seguía de pie en dónde lo había dejado.

-¿No te has sentado?- cuestionó sorprendida.

-No me ha dado esa autorización...- contestó con simpleza, apenando a la joven.

-Lo... lo siento...- señaló el sillón. -Puedes tomar asiento...- el peliverde se sentó y ella se acercó a su lado. –Supongo que te preguntarás ¿dónde estamos?-

-Al principio... me estoy dando una idea...- dijo mirándola fijamente, observaba que ella seguía triste.

-Este departamento lo compro Law-niisan... hace un par de años, nadie sabe de este lugar, sólo yo... él me lo confió, dijo que si un día quería estar sola... viniera aquí...- bajo la mirada, se sentía muy mal, primero su hermano estaba grave en el hospital, y ahora su padre le había dicho lo más doloroso del mundo.

-¿No le gustaría que la deje sola?- cuestionó, ella negó con la cabeza.

-Lo único que deseo... es morir... cumplir el deseo de mi papá...- subió sus rodillas al sillón, abrazándolas, comenzando a llorar. –Desearía nunca haber existido...-

-Su padre estaba enojado, por eso dijo esas cosas sin pensar...- trató de consolarla, pero él no era muy bueno con eso.

-No... todo lo que dijo... es verdad...- sollozaba. –Él preferiría que yo muriera a que mi madre lo haya hecho...-

-¿Por qué está tan segura?- estaba intrigado.

-Mi madre enfermo por mi culpa... cuando nací... tuvo complicaciones en el parto... no se los detalles, pero usaron un suero para que pudiera nacer, porque ambas teníamos sangres diferentes, ese líquido afectó la salud de mi mamá algunos años después...- ella lo sabía porque escucho a su padre decírselo a su tío, desde entonces entendía el porqué su padre se había apartado de ella, la culpaba por la muerte de su madre.

Arrodíllate y besa mis pies. (One Piece. Zoro y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora