Me enamoré.

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Y por más que me cueste admitirlo,

me enamoré de ti.

Me enamoré de ti como hoy ya no se enamoran.

Me enamoré de tu sonrisa y de tus lunares,

me enamoré hasta de tus perfectos defectos.

Juro que dejé todo mi orgullo de lado

 para admitir cuánto me gustas.

Pero no me arrepiento de haberlo hecho.

Le trajiste tanta felicidad a mi vida, cariño.

Y quiero hacer lo mismo.

Quiero ser la persona por la que elijas seguir,

y a la que más quieras defender.

Quiero ser la persona que te dé la certeza de que no estás solo,

que te haga sentir querido.

Quiero ser tantas cosas para ti.

Pero no todos quieren que seamos.

Igualmente debemos seguir,

vamos a seguir.

Porque yo quiero ser tuya.

Y quiero que seas mío.

Porque quiero mejorarte el mundo,

y que tú hagas lo mismo.

Vamos a seguir porque la opinión de los demás no importa.

Vamos a seguir,

porque sino yo me derrumbo.

Sinceramente,

me vuelvo inservible.

Y sé que me prometí nunca depender de alguien,

menos de ti,

pero es que no puedo imaginar un día sin hablarnos.

No puedo y no quiero.

Y esto se está volviendo peligroso.

Porque te estoy necesitando.

Estoy necesitando tu buenas noches,

y nuestras charlas nocturnas.

Estoy necesitando que me cuentes de tu día,

por más simple que sea.

Estoy necesitando oír tus te quiero.

Te estoy necesitando,

a cada segundo de cada minuto.

Te estás volviendo indispensable en mi vida,

y eso me asusta, amor mío.

Porque cuando ésto llegue a su fin,

¿yo cómo seguiré?




Versos rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora