Olvidar no es fácil: Prólogo.

842 23 2
                                    

Nota el corazón en el pecho bombeando frenéticamente. La respiración es irregular, le cuesta respirar por la nariz. El cuerpo se nota tenso y cansado. Las largas piernas que se mueven al compás, empiezan a perder fuerzas. Tropieza bastantes veces y le tiemblan sin parar. No puede con el alma, esta ya muy cansada. Los ojos los tiene cansados, pero bien abiertos. Están al acecho, vigilantes, aún cuando siente que se va a desplomar en el suelo en cualquier momento. Tiene miedo, mucho miedo. Sigue corriendo sin parar, si para, será su perdición. No puede ser cazada, pero ya es tarde, él la ha encontrado.

Se oyen otros pasos cerca de ella. Pisan fuerte la acera, algo torpes se mueven, pero todo por culpa de estar ebrio. Ella nota arder sus pies a cada paso que da, ya no tiene más fuerzas, siente ganas de vomitar, no puede con su alma. Cada vez esta más cerca. Ya puede oír la respiración de él, forzada y dolorosa, tampoco puede respirar bien. No grita, él no grita. Pues sabe que si grita despertará a todos.

Es noche cerrada, oscura, sin estrellas y con media luna. No hay nadie por la calle. Solo la presa y su depredador. Ella se mete por un callejón, pero es una mala idea, es un callejón sin salida. Ella se mantiene callada, escondida, al mismo tiempo que intenta recuperar el aliento y las pocas fuerzas que le quedan.

Pero es tarde, él la ha encontrado. Su cuerpo tapa la poca luz que entraba en el callejón gracias a las farolas. Camina torpe, tambaleándose, pero va recto hacia ella. Ella se pega contra la pared, asustada y aún con dificultad al respirar. Él al verla sonríe, se acerca a ella y la acorrala contra la pared. 

A él siempre le gustaron jóvenes y su presa de unos dulces dieciséis es su mejor recompensa después de unos largos días seco.

–Eres mía.

Olvidar no es fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora