El parque. Un lugar tranquilo, donde suelen venir muchos niños con sus abuelos o sus padres. Donde los deportistas vienen a correr o a hacer cualquier otro ejercicio físico. El lugar en el que los ancianos se sientan en los bancos, abren sus periódicos y dan de comer a las palomas. Donde hay hippis que cantan juntos, tirados en la hierba y toman en el sol. Lugar de reencuentros de parejas, de quedadas de amigos y donde se puede pasar bien.
La razón por la que Gemma se encontraba en el parque era por correr. Habían pasado dos semanas castigadas ya que sus padres la pillaron cuando volvía a las cinco de la madrugada esa noche de fiesta, por salir sin permiso y haberles mentidos, dos semanas de castigo. Por culpa de ello no salió con Anne, solo podía ir a la Universidad, llevar y recoger a sus hermanos y estudiar. Por suerte no le quitaron el que pudiera hacer ejercicio los fines de semana para ir a correr por la madrugada y entre semana ir a sus clases de protección personal.
Gemma alza los brazos sonriente, estirando y calentando sus músculos. Esta preparada para correr. Esta llegando Abril y con ello las vacaciones están cerca y eso a los estudiantes, es como una salvación de la rutina. Es de madrugada, tal vez las nueve de la mañana. Esta puede ser la razón de porqué no hay ningún niño y hay poca gente en el parque, a estas horas es cuando suelen venir los deportistas.
Pasa las manos por su pelo y se peina y ata bien su coleta de caballo. Deja su pelo pelirrojo caer por su espalda. Lleva puesta ropa para hacer deporte. Su conjunto se compone de una camiseta térmica blanca de tirantes, unas mayas negras por encima de sus gemelos y unas deportivas rosas. Respira hondo, disfrutando de la pureza del aire, como inunda este sus pulmones.
– Vaya mierda –oye una voz masculina a su lado. Gemma se gira y se cruza de brazos frunciendo el ceño– ¿era necesario tener que madrugar tanto? –gruñe el chico que acompaña a Gemma.
La chica lo mira detenidamente. Él está sentado en un banco, espatarrado más que sentado. Lleva una camiseta blanca y unos pantalones cortos de baloncesto de color azul eléctrico, para terminar con unas Air Max negras y blancas.
– ¿Quieres dejar de quejarte? Es la mejor hora para correr. El aire fresco refresca la mente, hay poca gente y se puede correr con tranquilidad y un ritmo. Hace un día precioso –dice sonriente Gemma, borrando así su ceño fruncido y alza la vista al cielo– además da gracias que te deje acompañarme, porque nunca invito a nadie a mis carreras de madrugada, me gusta estar sola y tranquila –aclara Gemma acercándose al chico, sin intención de sentarse a su lado. Ella está dispuesta a ponerse a correr.
–Pero tengo frío –se queja y cierra sus párpados cansados– y sueño –añade torciendo sus labios. Gemma le coge de la oreja y tira de ella. Aaron se queja y se incorpora rápidamente, apartando bruscamente la mano de Gemma– ya me levanto –gruñe.
–Ya verás, cuando te pongas a correr ya no tendrás frío y además no tendrás sueño –dice sonriente Gemma al ver que ha hecho reaccionar al moreno. Le mira detenidamente, ahora él está parado en frente de ella. Tiene su pelo rizado y negro echado hacía atrás por una cinta, así no le molesta y le queda bastante bien. Su rostro afilado y pálido sigue pareciéndole a Gemma de mujer, ya que tiene unas facciones demasiado finas. Las ojeras de Aaron aun son permanentes, pero no tiene las pupilas dilatadas, eso es igual a que no a fumado ni nada por el estilo. Los labios del chico, gruesos y alargados están cortados, sin cuidar. Gemma niega con la cabeza– ¿qué has hecho con la crema de cacao que te regalé?
–Yo me lo pongo ¿vale? Pero si me lo compras de sabor a cerezas, no puedo evitar lamerlo y quitármelo de los labios, esta muy bueno –se defiende Aaron rápidamente alzando sus grandes manos en señal de inocencia. Gemma niega con la cabeza y da la vuelta a los ojos.
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Olvidar no es fácil.
Teen Fiction"–¿De qué tienes miedo?–pregunta él pasando su gran y áspera mano por sus rizos negros. –De tu estupidez.–espeta con burla escrutando los ojos azules de él. –Conmigo estarás a salvo.–le vuelve a repetir. No sabe ya cuantas veces se lo ha dicho. –Dic...