Se despierta de golpe. Su respiración es irregular. Respira por la boca y eso no es bueno, le podría dar flato y que le doliera la tripa por culpa de ello. Oye sus propios gemidos de dolor, siente como su frente suda y nota la camiseta de tirantes pegada al cuerpo. Había estado sudando toda la noche mientras dormía, las mantas están arrugadas y esparcidas de mala manera. Los brazos temblorosos intentan mantener el cuerpo recto, sin caer. Pero su espalda, igualmente, se encorva hacía delante. Empieza a recuperar la respiración, sus jadeos se tranquilizan. Pero sus ojos siguen mirando a la nada, han perdido su color azul claro, ahora están más negros. A lo mejor por culpa de la oscuridad que envolvía todo su cuarto. Había vuelto a tener esa pesadilla, esa pesadilla que no la deja dormir cada noche, que la persigue y le hace despertar con espasmos.
Después de un buen rato intentando recuperar el aliento y la compostura, se deja caer despacio sobre el cabecero. Por fin recuerda donde esta. Esta en su cama, en su cuarto, en casa, fuera de peligro. Cierra los ojos en silencio. Respira hondo obligando así a que su pequeño pecho se hinche despacio, mantiene el aire y después suelta el aire despacio, vaciando así su pecho. Pasa una de sus manos por su pelo pelirrojo, mojado por el sudor alrededor de su frente y con este aplastado. Se mueve por la cama despacio, pasando sus pies fuera de la cama y busca el interruptor. Para cuando lo encuentra, enciende la lámpara de la mesita de noche. La habitación se ilumina con una luz tenue que no molesta a los ojos. Mira hacía sus manos, están colocadas sobre su regazo. Sus largas piernas están cubiertas solo por un pequeño pantalón corto de pijama. Respira hondo y cierra de nuevo los ojos.
Continúa intentando asimilarlo. No sabe el porqué, pero esta vez la pesadilla se le ha hecho más real que otras veces. Para cuando por fin se siente con fuerzas, abre los ojos. Mira en dirección a su despertador y ve que es un cuarto de hora antes de que suene el despertador, duda que pueda volver ir a dormir. Tiene que prepararse para ir a la Universidad.
Se levanta con pesar y se dirige al cuarto de baño en silencio. Para cuando está en este, cierra con pestillo. Siempre lo hace, por lo menos desde hace tres años. Se desviste despacio mirándose en el espejo del baño. Traga saliva al verse a si misma de buena mañana. Su pelo pelirrojo esta más oscuro de lo normal por estar húmedo. Es largo, por más a bajo de su pecho y liso, liso solo por el hecho de estar aplastado. Sus finas cejas están despeinadas. Sus ojos están asustados aún, aún muestran el terror de recordar la pesadilla. Son azules, ahora son más claros que antes, siempre lo han sido, pero se vuelven oscuros cuando despierta de una pesadilla. Su pequeña nariz esta rodeada de pecas, más bien todo su rostro esta invadidos de pequeñas pecas pelirrojas, que pasan por su cuello hasta sus hombros a la altura de su espalda. Después ya aparecen pecas normales como las de cualquier persona por su pecho, tiene dos exactas en cada uno de sus pechos cerca del canalillo. Tres pecas por su vientre algo grueso ya que no esta demasiado delgada, tampoco tiene las caderas demasiado marcadas. Sus brazos son largos y delgados, acompañados de unas manos menudas y de dedos finos y largos. Sus piernas son largas y delgadas, las tiene musculadas por el deporte que ejerce, al igual que en sus brazos se puede apreciar que hay músculo. Enciende el grifo después de contemplarse y se adentra en la ducha.
Primero deja que el agua fría caiga, y cuando ya cae, la caliente la empapa al completo. Ella mira a la nada y entonces nota las lágrimas caer por sus ojos, pero no se nota. El agua del grifo se mezcla con sus lágrimas y su llanto se ahoga por el ruido que hace la presión del agua al salir del grifo. No es raro que haga esto, siempre se desahoga en la ducha. El único lugar en el que ella sabe que se puede mostrar vulnerable, solo en la ducha. Donde nadie pueda verla ni oírla.
Se seca el pelo con una toalla después de haberse colocado un conjunto de ropa interior negro. Se mueve por la habitación, ahora iluminada por la luz que entra por la ventana. Se acerca al armario y saca la ropa para hoy. Esta en pleno Marzo, por lo que el calor de la primavera la hace sentir bien, siempre le ha gustado la primavera.
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Olvidar no es fácil.
Teen Fiction"–¿De qué tienes miedo?–pregunta él pasando su gran y áspera mano por sus rizos negros. –De tu estupidez.–espeta con burla escrutando los ojos azules de él. –Conmigo estarás a salvo.–le vuelve a repetir. No sabe ya cuantas veces se lo ha dicho. –Dic...