El tiempo que pasaron los cuatro amigos juntos fue divertido y entretenido. En cierto modo disfrutaban de su compañía mutua y entre ellos había una buena sincronización, pero la semana de pascua ya se estaba acabando y eso era igual a tener que volver a casa.
Aaron llevo a cada uno de sus amigos a su correspondiente casa. La llegada de Gemma a su hogar fue feliz y deseosa de verla de nuevo, era la primera vez que tenían a Gemma tanto tiempo lejos de ellos. Los pequeños la habían echado de menos, exceptuando a Marie, quien continuaba estando rencorosa con su hermana. Gemma llego al nivel de no importarle lo que le preocupara a su hermana o qué.
Cuando se enteró de que aun quedaba una semana de pascua, Gemma se sorprendió. En realidad creía saber que duraba una semana, pero su calendario le había engañado y tenía una semana libre. Era algo que le pillaba por sorpresa, no sabía que iba a hacer en todo ese tiempo de vacaciones. Entonces llegó a la conclusión de que trabajar sería una solución, si conseguía traer dinero a casa, sería algo que sus padres le agradecerían mucho.
Un día Izan la llamó, al saber que había vuelto quería quedar con ella. Llamó solo a Gemma ya que Anne si que se había ido de vacaciones con sus padres a su pueblo. Gemma ya está lista con su ropa más fresca, por suerte en pascua ya empieza a calentar, a Gemma le encanta el calor y el buen tiempo. Lleva un top blanco con las mangas negras y la señal de Batman, unos shorts altos oscuros y las Panamá Jack que le compró Aaron. Se deja el pelo suelto se maquilla lo básico, hoy se siente a gusto con sus pecas. La pelirroja se dirige a la salida después de haber cogido algo de dinero, el móvil y las llaves.
– ¿A dónde vas cariño? –pregunta Diana mirando a su hija desde la cocina. Gemma se gira sobre si misma y trota al encuentro de su madre. Le planta dos besos y con una sonrisa la mira.
–Me voy, he quedado con Izan a dar una vuelta –aclara Gemma. Su madre responde con una pícara sonrisa y le da un azote cariñoso en el trasero.
–Pues que tengas suerte.
– ¡Mamá! –se queja Gemma dando la vuelta a los ojos. Sale a fuera sin querer ver a sus hermanos, si la ven salir reprocharan que no les lleve o a saber que trastada se les ocurre hacer para molestar a su hermana.
Después de una larga caminata, llega al fin al centro, donde exactamente a quedado con Izan.
–Hola Gemma –le saluda Izan sonriente. Gemma le da dos besos y empiezan a caminar juntos. Hablan de muchas cosas al azar, hasta que entonces Gemma saca el tema del trabajo.
–He pensado que estos días podría trabajar en algún sitio, ya sabes que no me gusta perder el tiempo –comenta Gemma mirando a su alrededor con curiosidad.
–Oye, yo estoy trabajando en una tienda como dependiente. ¿Qué te parecería venir? –pregunta sonriente. Gemma gira el rostro y mira con las cejas alzadas a Izan.
– ¿Tú trabajas? –pregunta Gemma riendo a lo bajo. Izan le pega un pequeño empujón y acaban los dos riendo.
–Claro que sí, soy un chico trabajador, no me gusta depender solo de mi padre –aclara Izan asintiendo con la cabeza despacio.
–Bueno y… ¿En que tienda trabajas? –pregunta curiosa Gemma. Entonces Izan se para sonriente, la pelirroja se gira sobre si misma y se acerca a él, parada a su lado. El chico sin más señala al techo de la tienda donde se ha parado delante. Gemma alza la vista, delante de ella hay una tienda decorada con forma de templo, muy elegante y exótico, se conoce demasiado bien esta tienda. El aroma de esta le entra por las fosas nasales y en la entrada ya se percata de la oscuridad de esta. – ¿Trabajas en Hollister?
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Olvidar no es fácil.
Teen Fiction"–¿De qué tienes miedo?–pregunta él pasando su gran y áspera mano por sus rizos negros. –De tu estupidez.–espeta con burla escrutando los ojos azules de él. –Conmigo estarás a salvo.–le vuelve a repetir. No sabe ya cuantas veces se lo ha dicho. –Dic...