Abre la puerta para entrar a su clase correspondiente, la clase de defensa personal. Hace días que la llamaron avisándole de que no podría dar las clases, al antiguo profesor se le había caducado el contrato y estuvieron buscando un nuevo guía. Se dirige a los bancos y deja caer la bolsa de deporte sobre el banco, se sienta al lado y mira a su alrededor. Están empezando a llegar sus compañeras y los ayudantes del profesor, que siguen siendo los de siempre. No son demasiadas en la clase, por lo que da para que cada chica tenga un contrincante con el que practicar. Entonces se fija en que hay una chica nueva que va de la mano de uno de los ayudantes. Gemma los mira con curiosidad, pero disimulando, seguramente una nueva compañera, por lo que serían impares. Tuerce el gesto; ¿Una nueva? Pero si llevamos este curso desde hace ya medio año… Bueno, los de esta escuela sabrán. ¿A qué no adivinas quien es la chica que se queda sin pareja? Piensa con ironía y da la vuelta a los ojos, apoyando la espalda contra la pared fría de baldosas.
El profesor está tardando en llegar, por lo que se distrae mientras una compañera suya, Beatriz, le hace dos trenzas. Se encuentra sentada como un indio en frente de Bea, la cual está sentada con las piernas separadas, en el banco. Mira a toda la gente, están todos sentados o apoyados en las paredes hablando, en grupos, en parejas, o incluso alguna sola. Así era ella los primeros días, pero se dijo a si misma que debía hacerse amiga de las chicas en vez de evadirse. En cierta manera, en estas clases los ayudantes temen a Gemma. Con cualquiera que ha estado, a todos los ha atacado con violencia por los recuerdos. Ninguno se atreve a repetir para practicar con ella, otras veces eran obligados porque si no, no tenía con quien dar la clase. El profesor nunca participa en las peleas, siempre está supervisando a todos, y ahora que hay una chica nueva, seguramente Gemma cree que se quedará sin pareja.
De repente la puerta se abre dando paso a un chico joven, pero seguramente de unos 22 o 23 años. Seguramente mide 1’90 y algo, como Aaron, el cual ha engañado a Gemma, ya que al ir encorvado, la chica ha pensado que era más bajito, pero no es así. El nuevo es de pelo castaño y muy corto, unas cejas delgadas, ojos pequeños y marrones, nariz pequeña y sus labios, el superior fino y el inferior grueso; mandíbula cuadrada, hombros anchos y musculoso, pero no de manera exagerada, simplemente se ve que está en buena forma. Los ojos del chico se mueven por toda la clase hasta pararse en Gemma y su compañera, las cuales se han quedado quietas mirando al chico.
– ¿Qué se supone que estáis haciendo? La clase va a empezar ahora mismo –dice serio. Todos se incorporan de sus lugares, Bea termina la segunda trenza lo más rápido que puede. Para cuando todos se encuentran en frente del recién llegado, este los mira a todos, sin saber nadie que puede pensar–. Bien, soy el nuevo profesor de defensa personal. Quiero que sepáis que de ahora en adelante habrá cambios a lo que estáis acostumbrados de vuestro antiguo profesor. Tampoco sé como os daba las clases y seguramente lo haría bien, pero en estas clases no solo aprenderemos a defendernos, tendremos control también de nuestras mentes. ¿Para qué vienes aquí? –suelta de repente la pregunta mirando a una chica pequeñita de piel morena. La chica se sonroja al estar bajo la intensa mirada del nuevo profesor.
–Quiero aprender a defenderme.
– ¿Por qué?
–Por si algún día alguien me agrede y no haya quien para ayudarme.
–Muy bien, todas venís por lo mismo ¿cierto? ¿O hay alguien con otra opinión? –pregunta de nuevo paseando la mirada por todas las chicas, se para en Gemma, la cual tiembla un poco, pero la evita y pasa a Beatriz, la cual alza con timidez la mano–. ¿Sí?
–Yo fui agredida por un chico hace un año, no llegó a hacerme nada más que unos buenos puñetazos, pero un coche paró a nuestro lado y se fue corriendo asustado ya que venían a ayudarme. Quiero ser más fuerte, quiero evitar que me vuelva a pasar algo así y además poder ayudar a otros que también estén en peligro.
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Olvidar no es fácil.
Teen Fiction"–¿De qué tienes miedo?–pregunta él pasando su gran y áspera mano por sus rizos negros. –De tu estupidez.–espeta con burla escrutando los ojos azules de él. –Conmigo estarás a salvo.–le vuelve a repetir. No sabe ya cuantas veces se lo ha dicho. –Dic...