Habían pasado muchos días desde ese día. Gemma y Anne volvieron a la Universidad, todo era normal, como siempre desde que esos chicos entraron en la vida de estas universitarias. Anne seguía saliendo con JC, Gemma y Aaron continuaban picándose, odiándose y llevándose como mejores amigos, confidentes uno del otro. Pero algo había cambiado en este cuarteto, en especial en las chicas… La típica historia de adolescentes trataría de que las chicas hubieran conseguido sacar de las drogas y de los porros a los chicos, para convertirse en unos buenos chicos. Otras en cambio tratarían de que los chicos hubieran corrompido a las dos jóvenes hasta tal nivel de convertirse ellas es más dependientes que ellos mismos. Pero no, no es ninguna de las dos opciones. Es cierto que Anne y Gemma ya no tenían miedo, ya no les repugnaba la idea de fumar de vez en cuando, de algún porro o simplemente cachimba, pero eso sí, nunca llegaron a tocar las drogas y ni falta que les hacía.
Ahora mismo, los pasillos de la Universidad pública de Derecho se mantienen en silencio, quedan escasos segundos para que el timbre suene. En un pestañeo de desespero por parte de los estudiantes por querer que la jornada termine de una vez, el timbre suena al fin. Se oyen sillas correrse, chirridos, voces, gritos más bien, un gran alboroto y los pasillos de un momento a otro están llenos de estudiantes buscando la salida y comentando que harán este fin de semana, ya que estamos en pleno Viernes.
Anne y Gemma salen juntas, sonrientes y hablando entre ellas. Es cierto que un cambio importante sí que se ha hecho en la vida de estas chicas; desde que están con JC y Aaron, han dejado tanto de lado a Izan que han perdido contacto con el pobre rubio. Ya no hablan ni en la Universidad, pero ellas tampoco le dan mucha importancia.
–Estoy agobiadísima, de verdad… Sí tenía que seguir escuchando a ese maldito calvo más tiempo, te prometo que le lanzaba mi zapatilla a la boca –exclama Anne indignada y alzando el puño. Gemma ríe por el gesto de su pequeña amiga y niega con la cabeza.
–Pobre hombre, llevas unas semanas que no lo soportas ¿eh? Lo veo algún día muerto a zapatazos –comenta burlona Gemma, a lo que las dos acaban riendo. Anne corre a la puerta principal, la cual estaba cerrándose ya que alguien acababa de salir, y esta aprovechaba el que ya estuviera abierta.
–No sabes cuanto necesito un piti –susurra Anne apoyándose contra la puerta y empujando esta hacia fuera con el culo. Gemma niega con la cabeza y sonríe.
–Sí, no estaría mal para despejarse un poco de este estrés –coincide Gemma acorde y sale por la puerta, bajando a trotes, al igual que su amiga, las escaleras.
–Claro, para acabar compartiendo el piti con Aaron ¿eh? Nunca te he visto tomar uno entero, siempre lo compartís –le echa en cara la rubia, con una sonrisa pícara y un brillo de suspicacia en su mirada. Gemma se sonroja y se encoge de hombros.
–No sé, nunca tengo la necesidad de tomar uno entero… Me quedo a gusto con lo poco que tomo –aclara Gemma, intentando más bien excusarse. Carraspea y se aparta el pelo de la cara como puede, sin perder los apuntes que está guardando en ese momento en su mochila. Anne da la vuelta a los ojos exasperada.
–Siempre estáis igual, pero no salís juntos ni nada… ¡Compartirlo es como si ya os hubierais besado! Y por lo que veo, eso aún no ha pasado realmente –dice pensativa Anne y rascándose la coronilla, despeinando así su melena rubia, la cual se repasó y cortó por encima de los hombros hace poco.
–Y ni pasará, solo somos amigos –asegura la pelirroja sin vacilar al hablar. Anne entrecierra sus ojos, sabe que si toca este tema siempre acaba así, por ello no insiste.
–Hoy no tienes que recoger a tus hermanos ¿cierto? –pregunta esperanzada Anne, cambiando así de tema. Hoy no han ido a recogerles los chicos, están directamente en la chabola donde siempre quedaban para pasar un buen rato.
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Olvidar no es fácil.
Teen Fiction"–¿De qué tienes miedo?–pregunta él pasando su gran y áspera mano por sus rizos negros. –De tu estupidez.–espeta con burla escrutando los ojos azules de él. –Conmigo estarás a salvo.–le vuelve a repetir. No sabe ya cuantas veces se lo ha dicho. –Dic...